Rey por un día.


En el carácter español la picaresca es un signo patognomónico; no el balde desde tiempos del Lazarillo de Tormes este pueblo ha buscado la manera de “ir tirando” medio en broma medio en serio, a lo español. De los pueblos de España, los de Lepe son como los pinareños en Cuba, el punto de referencia para la mofa porque si eres de Lepe...; un clásico: ¿Por qué los de Lepe meten el periódico en la nevera? Para leer las noticias frescas...

Pero Lepe tiene su redentor, Juan de Lepe, el "pequeño Rey" que allá por el siglo XV le ganó una partida de cartas a Enrique VII, haciendo que le cediese el trono de Inglaterra e Irlanda durante 24 horas, permitiéndole de paso ganar fama y fortuna… a la española.

No sé cuál sería el tipo de juego que hicieron aunque entonces era simplemente “juego de naipes”, imagino que una variante antigua del póker actual. Confieso que yo no sé jugarlo, esencialmente porque desde siempre; desde que jugábamos a la “mentirosa” se me daba muy mal mentir, mi madre al poner mis cartas me miraba, si empinaba el labio ya sabía ella y me decía: mentira. Y ganaba siempre, de ahí mi desinterés por este tipo de entretenimiento, y es que se me da muy mal poner “cara de póker”.

Vivo desde hace ya algunos años en España donde he adquirido como es normal, algunos usos y costumbres que he agregado a mi repertorio personal de exiliado; y aunque nunca fui "señor", creo que después de este tiempo me he vuelto un poco "truhan", una especie de picaruelo en las cosas menos importantes de la vida; de esas intrascendentes a las que en Alemania se le dan demasiada importancia pero aquí no, que aquí somos de otra pasta un poco más dúctil.

Creo que hoy voy a ir mirándome eso de aprender a jugar al póker, tengo el presentimiento que puede que vaya a necesitarlo porque entre mis lectores en Cuba, sé que me leen "camaradas" que se encargan siempre de estar siguiéndole los pasos a quienes nos dedicamos a estas cosas de "gusanear"; ya me seguían cuando vivía allá, y no creo que vayan a haber perdido la costumbre. Pero eso está bien, porque a lo mejor le cuentan de mis historias a Diáz Canel, y este escondido de su jefe, quizá quiera atreverse a jugarse el puesto de Presidente de Cuba por un día en una partida de póker conmigo.

¡Atrévete paisano! Dame la posibilidad de apostar mi integridad contra el poder tomar las riendas de Cuba por un solo día; son suficientes para mí, y para el plan que pondría en marcha de cara a desmontar el desgobierno en que la tienen instalada tú y tu compinche en jefe desde hace decenios. Si lo miras bien, sería una buena manera de que te creyesen eso de que te van las reformas; y si pierdo, sería un encarcelado o un muerto más, y eso a vosotros no os quita el sueño. Mírese por donde se mire, tienes la partida inclinada a tu favor.

Ahí lo dejo, no sé si voy a conseguir la partida propuesta, aunque esta dosis de optimismo que he logrado incorporar desde que estoy por estas tierras me dice que tire adelante, a la española. Así que por si acaso voy a ir dejándome el bigote, y compraré unas gafas de sol de esas que son azogadas por si el paisano se anima.

Y guambán.







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