Primun non nocere.

Ha salido un asalariado castrista, y para más vergüenza médico de profesión, en una de esas dosis de anestesia que lanza Granma, y que la han titulado “La cesárea, una cirugía para realizar solo cuando sea necesaria”. No he podido pasarlo por alto, demasiadas historias como para mirar a otro lado. Resumiré la esencia del mamotreto que en boca del perro de turno llamado Dr Danilo Nápoles Méndez dijo: “en nuestro país no se realizan cesáreas de causa social, es decir, por petición del paciente o familiar, por lazos cercanos al médico que practicará la cesárea, conocida como “a la carta” y practicada en sociedades de consumo; ni mucho menos como modo de recibir beneficios por parte del médico. Dicha práctica no forma parte de la formación profesional, humanista y revolucionaria de los médicos formados en Cuba”

Juro por Dios que mejor que este personaje esté así, solo en las hediondas páginas de un diario porque si de mí dependiese, lo agarraría por el cuello hasta ponerlo azul; esencialmente por hijo de puta. Porque haber tenido que leerle esa mentira cochina con la experiencia médica y humana que tengo con relación al tema, es como para matarlo lentamente.

Mi hija nació por la Gracia de Dios en el hospital materno de Camagüey en Mayo del 97 después de 21 horas de un trabajo de parto que mantuvo al obstetra -y amigo-, que nos asistía en vilo toda la noche. Éramos 3 los médicos pasando el mal trance -incluida mi esposa-, que veríamos en la radiografía que le indicamos a las 8 horas de dilatado sufrimiento para ver porqué nuestra hija se resistía a venir al mundo la razón tangible de porqué no salía. Yo por un momento creí que si heredaba mis genes era capaz de no salir, sabiendo lo que le esperaba afuera; después de la radiografiá confirmamos que efectivamente, era la genética pero no por la parte anticomunista de la familia, sino por la de la circunferencia craneal: era cabezona como yo. Y medimos las diferentes longitudes una y otra vez, y no había manera humana de que pasara por el canal del parto donde una sínfisis púbica le obstruía el paso a tamaña cabeza.

Fuimos a donde el jefe del turno con las evidencias. "Puede salir" fue su respuesta; el obstetra le había pedido realizar una cesárea. "La anestesia es poca y está reservada para casos justificados que luego tienen que discutirse con la dirección". Yo sabía que el susodicho no solo le había practicado una cesárea de complacencia a una conocida, sino que le dio alta, y la seguía en su casa con curas y todo lo demás. Claro, tenían la familia de Miami de visita para el paritorio concertado, y aquél indeseable no tuvo reparos en gastar la anestesia en un caso “justificado”. Mi hija nació casi asfixiada en su propia mierda gracias a unas espátulas que casi la matan; como mi esposa, que se desangraría hasta el borde de lo humanamente aceptable, debido a una hemorragia de tanto daño provocado por horas añadidas a su parto por el único hecho de que no era un caso justificado. Años después el hijo de uno de la generación siguiente en la familia, moriría en un parto prolongado en el mismo hospital, y en una historia igual e innecesariamente repetida; y que terminó, no solo con la vida de un niño hermoso, sino con las ilusiones de unos padres que no pudieron sobreponerse a esa pérdida.

Y ahora viene este perro castrista disfrazado de médico a decir toda esta bazofia de la practica médica en Cuba; donde a los niños muertos al nacer, los cuentan como óbitos fetales para que no computen en las estadísticas de muertes en las primeras 24 horas.

Acabo de perder a mi suegro en un hospital donde las sondas vesicales son recicladas, y donde empezando por los guantes, gasas y todo lo más básico, hasta terminar en la medicación antifibrinolítica, ausente del stock de los hospitales,- exceptuando los dos de La Habana dedicados a los dirigentes de máxima jerarquía, y quienes puedan pagarlo-, tiene condenados a cientos de miles de lisiados hemipléjicos, que les ha tocado en suertes un desgobierno que los enferma haciéndoles vivir una vida miserable, y no es capaz luego más que de rematarlos.

Dr Nápoles; colega, solo por la educación, y la contención a la que estoy obligado por los lectores que me leen no te dedicaré mas que cinco palabras. Podría decirte muchísimas más, me crié en un barrio del Camagüey, y tengo un repertorio realmente extenso en el capítulo palabrotas; pero le repito, solo utilizaré cinco. Primero porque no le tengo delante, y además porque creo que bastarán para que entienda lo infame y dolorosa que ha sido su verborrea castrocomunista del Granma: 
ME CAGO EN TU MADRE.

Y guambán.





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