Urge una conversión, de compañero a ciudadano, de emigrante a exiliado.

Se ha dicho mucho acerca de cómo hacer resistencia a un sistema totalitario, básicamente todos coinciden en el hecho que el ciudadano es esencial  en el proceso de liberación, y en la unidad alrededor de la idea que se defiende. Dónde pudiéramos encontrar  diferencias sistémicas si miramos la caída de los regímenes de la Europa comunista? Esencialmente en ninguna parte. A pesar de las diferencias  en la manera de cómo cayeron estos regímenes, y apartando la idiosincrasia de los pueblos que estuvieron involucrados en ello, en todos los casos hubo un factor troncal: la acción ciudadana. Dejemos a un lado por cuestiones de formato y por su papel secundario,  el análisis de otros factores no menos importantes, internos o externos, y características particulares del comunismo, allí donde se implantó.

Ahora bien, articular la resistencia a una tiranía desde la protesta ciudadana  para conseguir con ello, la respuesta popular que de salida a un régimen totalitario, requiere de un factor inicial: conciencia, la aceptación  por parte de todos los involucrados, de que viven un régimen tiránico, que este les afecta, y que encuentren la motivación para cambiarlo, es esencial.

 Esta suerte de ideas desordenadas,  solo pretenden despertar a la sociedad cubana adormilada, anestesiada, al cubano normal que cada día sufre con conciencia o no, en acuerdo o en desacuerdo, el castro comunismo; también al que creyendo que escapó de Cuba,  la tiranía en su tierra, es algo que no le afecta. Unos se creen compañeros, los otros, emigrantes.

Los Compañeros: Los cubanos de dentro siguen  viviendo desinformados. Hoy aunque le cuesta un poco mas controlar las conciencias al castrismo por el factor internet, y una masividad de extranjeros/expatriados viajando a la isla,  el cubano sigue estando desinformado;  porque a pesar de todo, el comunismo castrista ha pasado a otro tipo de estrategia, ha cambiado la restricción de la información por una desinformación proactiva.

Así, el cubano ha pasado de la ignorancia al descreimiento del mundo que le rodea, adoptando una lógica inacción en términos de vivencia política, resultante de una incredulidad respecto a todo, como un espectador que asiste resignado a una obra mala, pero que por haberla pagado la sufre hasta que baja el telón.

Al cubano dentro lo confunde su anárquica supervivencia, y la desinformación. Lo limita el miedo incrustado, unido a una inmersión ideológica  cultural y educativa, una ausencia de memoria democrática, una cultura materialista, y una conciencia prostituida  por la relación dependiente que le impone el régimen. Lo desalienta una visión fatalista de Cuba que viene de una sensación de control absoluto por parte del régimen, y por la percepción de un exilio hedonista, y superficial.

Los Emigrantes: Los cubanos de fuera, una amalgama de sensibilidades, caótica en su autodefinición, donde el concepto de diáspora es desconocido en términos conceptuales, y  la vivencia como exiliado se reduce a una actitud contemplativa de lo que le rodea, sin un compromiso real con su obligación. Heraldos del materialismo aprendido, se sumergen en la sociedad de consumo para satisfacer  apetitos enquistados, dando como resultado un individualismo primario, que le impide tomar conciencia de su compromiso como ciudadano de origen.

Es urgente, es vital, que todo cubano, de aquí o de allá, tenga en cuenta que Cuba, directa o indirectamente le afecta. Asumir desde nuestras realidades y limitaciones, un compromiso real con lo que es una obligación, un deber cívico, es necesario si queremos legarle un futuro mejor a nuestros hijos, si queremos entender que hemos elegido hacer lo correcto.

La nueva Cuba será una realidad si cooperamos todos, los ciudadanos, los exiliados.