Feria Internacional de La Habana, un canto a la extorsión y el engaño.
Es increíble a pesar de estar en el siglo de la información,
que puedan existir empresarios que no sepan la naturaleza rastrera y el carácter
traicionero del castrismo. Olvidar las nacionalizaciones, los milicianos en las
puertas de carnicerías y bazares apropiándose de propiedades, y del dinero
honrado de sus dueños es entendible para alguien que no fuese afectado, al fin
y al cabo sucedió hace mucho; pero no querer ver las intervenciones de negocios
en la Cuba de hoy a nacionales o extranjeros, es estar ciego. El castrismo no
tiene más plan que su propia pervivencia, incapaz de generar en Cuba un estado de
bienestar, más que para la casta dirigente; no hace sino parasitar a unos y
otros en función de circunstancias, cuando estas cambian, cambia las reglas, y
entonces, o te pliegas, o ahí te quedas.
Son muchos los afectados, como el Señor Jose Fernández González,
ciudadano español dueño de “La Tasca” en la marina Hemingway, que vio esfumarse sus esfuerzos
de veinte años. De su propia vivencia cito: “...su éxito fue mi perdición. Uno de los jerarcas de la economía
cubana, el señor Abraham Maciques, se empeñó en quitármela, y mediante una
simple resolución del Ministro de Comercio Exterior, previa una farsa judicial
que no se sostendría en ningún tribunal de Occidente, fui despojado de mi
negocio y convertido, arbitrariamente, en ``enemigo del pueblo''. Hoy estoy
privado, sin apelación posible, de los bienes por los que trabajé denodada y
honradamente durante mucho tiempo…”.
Esto es lo que le ha ocurrido a
gentes de aquí y de allá, a los cubanos desde el inicio de la mentira que
Castro vendió como la salvación de Cuba, y que se ha convertido en el peor
momento de nuestra historia como Nación; donde los derechos y las oportunidades
reales, solo han sido posibles, para Castro y sus secuaces más allegados; el resto- apartando a los que se han plegado a
la extorsión y aceptado prostituirse - solo han tenido desengaños y ruina.
Tal y como relata José Fernández en su declaración: “...trabajé honrada y exitosamente hasta que cometí un error
romántico: hace casi 20 años, en 1980, me enamoré de Cuba, de su revolución…”.
El romanticismo solo es posible
desde la verdad, y el compromiso de dos. El castrismo está muy lejos de esos
conceptos, para quien quiera saber que son, ahí está la historia, la de los
primeros años, las de hoy.
Nada José, que perro huevero,
aunque le quemen el hocico….
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