No te duermas camarón!

Un amigo me envió hace un par de días una fotografía sin notas al margen. Acostumbrado a recibir de la red cosas disimiles, por un momento creí que estaba enviándome una foto suya, y me dije; caramba se ha ido a Canarias de vacaciones. Luego, me paré a mirar bien, y descubrí con alegría que se trataba de Cuba; eso si, la media sonrisa me duró un segundo, cuando tomé conciencia de que no la había reconocido.

El exilio no es premio, eso lo tengo asumido, y aunque los cubanos siempre hemos visto en la salida del país la solución a nuestras angustias; los que estamos fuera de Cuba, sabemos - al menos los que tenemos conciencia de cubanos-, que el desarraigo duele, al menos para mí, y mucho; de ahí esta verborrea desbocada.

Ya voy para la veintena de la que habló Gardel; que no son nada dijo el tenor, que imagino sintió el desarraigo como nadie, pues aún hoy se lo disputan tres países; cómo debió sentirse en su interior quien anduvo de aquí para allá, como para haber compuesto un canto al desarraigo, que transpira el dolor cántese con el ritmo que se cante. Y aquí estoy, emulando al tenor intentando volver, pero no me dejan.

No tengo pasaporte cubano. Es una de las maneras, que entiendo reafirman mi compromiso con recuperarlo un día, expedido por la nueva República; la que libre y soberanamente, no le coarte a sus ciudadanos el derecho a moverse con libertad, que no le cobre onerosos peajes disfrazados de eufemismos vergonzantes a sus hijos, por querer pisar el suelo donde han nacido; y al que tiene la libertad de ir, y venir cuando les plazca, y sin tener que darle explicaciones a nadie.

Pero no me llega el tiempo de expedición. Confieso que por los castro-comunistas no espero yo; espero por mis hermanos de igual condición que yo; por los fragmentados opositores ciegos, y sordos; por las divididas organizaciones del exilio; por la desmercantilización, y la despolitización de la causa de la libertad de Cuba. Casi nada, creo que mejor esperar por los Reyes Magos, que aspirar a ver juntarse a quienes están obligados a la unidad, si esperan como yo, por un pasaporte de libertad.

Es esta larga espera, la causante de que no haya reconocido a Cuba en esa foto; eso, y que nunca me he montado en una nave espacial que si no; desde allá arriba no hubiese tomado fotografías con una cámara fotográfica; total, de eso vamos sobrados, que vivimos en la era de la imagen. Así que yo no hubiese desperdiciado espacio en la nave, porque dicen que el precio de cada gramo que se pone allá arriba, cuesta carísimo.

Lo que realmente hubiese hecho de haber estado allí, habría supuesto en términos prácticos, un suicidio. Yo hubiese parado el cohete encima de esa isla bonita que tanto extraño, y abriendo la ventanilla so pena de morir asfixiado, hubiese sacado un megáfono de ultra alta potencia que hubiese llevado preparado, y apuntando hacia abajo hubiese gritado a todo pulmón antes de quedarme sin aliento: Despierten carajo!

Y guambán.



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