Todos los caminos conducen…
Esta expresión, fue el resultado de más de 70 mil kilómetros,
y unas cuatrocientas vías, que por interés militar, y administrativo, unieron
Roma con la última de sus Provincias. A pesar de las razones en la génesis de estas calzadas, hubo además, una
muy importante consecuencia: la “romanización del mundo”, es decir, la conversión
de aquel mundo incivilizado, en la cultura que sería modelo a imitar, y base de
lo que es hoy nuestra cultura occidental. Hoy, somos lo que somos, gracias a
aquellos caminos.
Mucho se ha dicho acerca de lo que significa emprender un
camino, es cierto que uno es alguien cuando lo comienza, y otro cuando lo
acaba, para bien o para mal porque es lo que tiene el libre albedrío, que nos
permite elegir , centrémonos en los buenos caminos, y las buenas elecciones,
que son las que edifican.
Hay hoy en Cuba, un camino a completar: Alumbrar un país de hombres
libres. Después de más de medio siglo de una tiranía que ha llevado la ruina económica,
y moral a un pueblo; que además, vaga exiliado por medio mundo. Cuando vivimos
el siglo de la libertad de la información, de la globalización de los derechos
y libertades, como modelo de convivencia de los pueblos. Hoy en Cuba, sus ciudadanos siguen rehenes de un
modelo social que fracasó con la caída del muro de Berlín, y que solo sobrevive;
por la ceguera de unos, la desidia de otros, y la traición de otros tantos.
Dijo el Maestro: “¡Lo que
importa es fundar un pueblo libre, sin enojarse con las zarzas del camino!”. La causa de la libertad de Cuba nos lleva a ser honestos, aunque duela.
De la traición de esos cubanos que han sustentado a
sabiendas, una tiranía que empobrece, y somete a sus hermanos no hablaremos,
con esos ajustaremos cuentas en la Cuba libre, la de la reconciliación, que no
será posible sin justicia.
De la ceguera de algunos, sí. La de las organizaciones
disidentes que en Cuba, se esfuerzan y emplean con honestidad, para proponerle reformas institucionales, a quienes
han matado a sus hermanos de causa por las mismas razones, resistiéndose a aceptar,
que una tiranía que se basa en la exclusión del que piensa diferente, no puede auto
reformarse en algo que es contrario a su naturaleza. Ceguera de los “líderes”, que anteponen a la
causa de la libertad, intereses espurios,
y personalismos que impiden a sus organizaciones, desempeñar el papel que están
llamados a realizar para conseguir el objetivo de la libertad de Cuba. Ceguera
de unas organizaciones opositoras en el exilio, empeñadas en sobresalir, en
emular en el reparto de fondos, en
ocupar las posiciones primeras en una Cuba libre futura, que nunca podrá serlo, por su falta de sentido del
patriotismo, de visión de lo que debería ser su papel en la consecución de esta
causa.
Por la desidia de muchos. Porque hemos sido todos, los
cubanos en general, los ciudadanos de dentro y los exiliados, los que
voluntariamente hemos abdicado de nuestra responsabilidad, sabiendo que el régimen
nos oprime, nos daña, y nos divide. Los de dentro, porque no han querido
renunciar a la complicidad pasiva, porque miran a otro lado cuando son
reprimidos amigos y convecinos. Los de fuera, porque no nos atrevemos siquiera,
no ya a movilizarnos o a buscar activamente la manera de colaborar, sino que
somos incapaces, de emitir un comentario decidido en una red social por miedo a
las represalias, porque aún fuera, seguimos atados a la cuerda del miedo, de la
esclavitud.
Se requiere una revisión de conciencia del momento histórico
que se vive. No hay segundas
oportunidades, y cuando se escapan unas, las otras tardan en repetirse. Hay una
necesidad de que ciudadanos, organizaciones y responsables de las mismas,
entiendan de una vez que no basta con cacarear que se es Martiano, sino que
urge demostrarlo.
¡A la obra, todos a la vez, y
tendremos casa limpia! J.Martí.
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