Feliz año nuevo!.
Recuerdo una cancioncilla que sonaba en un serial televisivo
allá por los 90 y tantos. “A lo mejor, para el año que viene, lo bueno sucede,
lo que te conviene…”.
Felicitarse, desearse lo mejor, salud, amor, dinero… . Dentro
de unas pocas horas estará llegando en Cuba el párvulo 2017; con el avance
indetenible del tiempo irá creciendo y madurando, hasta dentro de 365 días, ya
anciano, dará la bienvenida a otro año, y así, otro y otro, en un ciclo sin
fin. Puede que dependiendo de las circunstancias y las aptitudes, para entonces
habrá que escuchar otra vez, “A lo mejor, para el año que viene…”. O no?
Es por eso que hay veces, por muy relajados que estemos, no
hay que perder de vista que lo esencial, lo prioritario, hay que tenerlo muy claro,
porque si no puede que dentro de 12 meses estemos de nuevo con la cancioncita. Porque
hay tiempo para todo, y en la Cuba del castrismo, ha habido mucha dejadez,
mucha frivolidad, mucha falta de sentido de lo esencial. Ya sabemos que les
pasó a los judíos por adorar al becerro de oro, toda una vida dando vueltas en
el desierto. No sé, creo que ya va siendo hora que los cubanos dejen de adorar imágenes,
y vayamos a por la tierra prometida.
Porque una cosa son los deseos de un “próspero año nuevo”,
algo gracioso, de humor negro en la Cuba ruinosa de más de medio siglo, deseos
que traducen una falta de entender, que felicitar significa desear felicidad. Y
me pregunto yo; como puede tenerse felicidad sin libertad, sin derechos básicos,
sin la posibilidad de que tus hijos sean educados y no ideologizados, sin una
vejez digna, sin el conocimiento del mundo, sin la posibilidad de emprender,
sin la posibilidad de asociarte, de protestar, de pensar, de vivir sin miedo.
Se hace necesario, por parte de la sociedad cubana, una reflexión
un poco más profunda de los deseos y peticiones que van a dispensarse unos a
otros, familiares, amigos y convecinos. Porque en tiempos de tiranías, la libertad
debería ser más que un deseo de los cubanos, debería ser un canto, un grito,
una exclamación que se escuche en todos los rincones, tal vez así, Dios se
apiade de nosotros y detenga esta travesía del desierto que dura ya demasiado.
Los milagros existen, solo hay que saber que se necesita
realmente y luchar por ello, con todas nuestras fuerzas, en comunión, porque el
mejor remedio contra un tirano, es la voluntad decidida de todos los
tiranizados resueltos a dejar de serlo.
Tal vez así, dejará de escucharse por estas fechas aquello
de: A lo mejor, para el año que viene…
A por una Cuba de certezas y certidumbres, basta de dubitaciones.
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