Siempre es 26!.
Recuerdo que desde siempre me llamó la atención este eslogan
que podías verlo por cualquier parte, eludía como deben saber, a la fecha que
sustituyó el Castrismo como fiesta Patria al llegar al poder. Al fin y al cabo,
en Cuba, pasamos de un golpista a otro, eso sí; con el primero celebrábamos el
20 de Mayo, con el segundo el 26 de Julio. Salimos de Guatemala para entrar en Guatepeor, ya que Castro con el tiempo, haría que su
antecesor fuese -comparativamente hablando-, menos que una mota de polvo en el universo.
El 26 de Julio fue un día luctuoso para Cuba y sus familias,
que Castro lo convertiría al llegar al poder, en una fiesta; en la que eran
repartidos algunos recursos materiales entre Empresas y Organismos, a fin de que los
cuadros intermedios, y los trabajadores, tuviesen al menos una vez de cuando en
cuando, una vaca gorda que ordeñar para alivio de dirigentes corruptos, y
trabajadores “luchadores”. La plebe no era olvidada, termos de cerveza diluida llenarían
plazas y calles; con suerte, si residías en el casco histórico, te pintaban la
fachada con lechada de colores.
Era algo confuso. En
todas partes se repetía lo mismo, “siempre es 26”, cuando el 26 era algo de una
vez al año, y debido a que eran catorce provincias, aquello tocaba de vez en
vez, más en Santiago, y La Habana, menos en Camagüey. En fin, que si siempre
era 26, y en todas partes; entonces: Porqué
había tanta necesidad y miseria?. Porqué
los adultos se estaban quejando siempre si estábamos de fiesta?.
Luego entendí, entendí que aquella celebración era una
maniobra más del Castrismo, donde todos tomaban parte activa, o cómplice. Los dirigentes,
los periodistas, las organizaciones de todo tipo… y las gentes. Así, los vecinos,
salían a recoger botellas, y pomos plásticos en saludo al 26; en las escuelas,
se organizaba una “guardia vieja” en saludo al 26; en los centros de trabajo,
se organizaba una jornada voluntaria en saludo al 26; en los hospitales, se
decoraban las salas de internados en saludo al 26; hasta en la funeraria se ponían
carteles de sobrecumplimiento, en saludo al 26.
Y claro…la plaza; todos a la plaza. Y allí iban todos, o
casi todos, que no es lo mismo pero es igual a efectos de lo que el régimen necesita,
mostrar la foto. Nunca entendí, porque a quienes preguntaba el porqué de la
asistencia, sabiendo que no les agradaba me decían: el que mea frente al
ventilador se salpica. Para mí, siempre era mejor intentar mear al ventilador,
que mearse en los pantalones.
Lo que nunca entendí
de lo que acabé entendiendo, fue no que asistieran, sino, porqué lo hacían-
y hacen-, con esa alegría, con esa sonrisa incívica?. O es que la alegría también
era exigida?. Porque si no eran capaces
por supervivencia o por miedo, de ausentarse,- pensaba- , al menos preséntate con cara
seria, sin mirar ni para el lado, con la vergüenza de saberte utilizado. A fin
de cuentas, al menos así, el castrismo no hubiera podido vender como vende una
fiesta, que no es más que un velatorio.
No se puede pensar que tu problema, desaparecerá por arte de
birlibirloque, ni cien Trumps, ni mil Comisiones de Derechos Humanos van a
solucionar lo que solo corresponde a quienes sufren la tiranía castrista: los
cubanos, tú mismo.
Vamos, dejemos atrás el miedo, a fin de cuentas es la única manera
que amanezca 27.
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