De usos y costumbres.
Desde el 1ro de Enero de 1959, los Castro supieron que
implantar una ideología esclavizante en la sociedad cubana iba a resultar
imposible, exceptuando, que le hicieran a los cubanos algo parecido al juego de
la gallinita ciega: le vendasen los
ojos, le dieran unas cuantas vueltas…y los soltaran mareados a encontrar la
salida. Y así hicieron.
Es imprescindible para un pueblo, que el apego a los valores
y tradiciones, sea vivido y transmitido; porque en ellos se esconden en forma de
celebraciones, expresiones, comportamientos, los principios que sustentan a una
sociedad, que la interconectan, y que permiten su convivencia, su éxito como
grupo. Los Castro encontrarían una sociedad libre, honorable y cívica, que emulaba
en el concierto de naciones libres; y desde
el primer día se dedicaron concienzudamente, a convertir aquellos hombres y
mujeres, en una amalgama de gentes desconectadas, desinformadas, sin honor,
empobrecidos, esclavizados, y sin más tradición que la que le esculpieron a
golpes y encantamientos: balar unánimemente a cualquier requerimiento de sus
pastores.
Como lo hicieron?. Con la complicidad de muchos por
supuesto. Primero de los propios cubanos, que vieron en ellos equívocamente, no
a los traidores que vendrían a extorsionarlos, sino los héroes que prometieron redimirlos,
a pesar de las muchas señales que les indicaban lo contrario. Con la vileza de
los medios de comunicación, que plegados a las presiones, convencidos que
sacarían réditos comerciales ventajosos en el nuevo orden, emitieron ellos
mismos su certificado de defunción, y se reconvirtieron en anestesistas
del pueblo cubano. Y por supuesto, con
la mala fe de todos los que rodearon a estos sátrapas, y que vieron en la explotación
de los cubanos, la oportunidad de enriquecerse, de sobresalir, de parasitar, y
que hasta el día de hoy, buscan en esta vida indecorosa, la manera de ser lo
que en condiciones de libertad nunca hubieran sido.
Y todo esto fue posible porque cercenaron las tradiciones,
los usos y costumbres que nos identificaban, los nombres. Así cambiamos la
Navidad por el 1ro de Enero, las procesiones por las marchas, el Señor por
Compañero, el tenedor por la cuchara, la Religión por la superchería, la galantería
por la grosería, la educación por la chabacanería, la alegría por la histeria, el son por la canción protesta, el
pluripartidismo por el partido único, la
instrucción por la ideologización, el ciudadano por el revolucionario, el himno de Bayamo por la marcha del pueblo
combatiente, los cojones por la mansedumbre, al final y sin darnos cuenta, cambiamos lo que
nunca debimos cambiar: la libertad por la esclavitud.
Hubo más causas, y más responsables indirectos e interesados
de la desgracia de Cuba y sus gentes, la comunidad Latinoamericana, los Estados Unidos, la comunidad de naciones democráticas, los
poderes financieros; porque todos sacaron, y han sacado réditos de nuestra desgracia,
de nuestra incompetencia, de nuestra ausencia.
Pero eso es otra
historia.
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