Ocurrió hace mucho tiempo…

Dicen que en una cueva paleolítica ha aparecido la escritura que dio origen a todos los alfabetos, a todas las lenguas, y ha sido gracias a un súper programa informático. Después de mucho trabajar en ello, han podido descifrar el mensaje escrito por aquellos hombres. Dice textualmente: “La juventud está perdida”.

Ya se sabe, desde siempre es la impertinencia de los jóvenes, y su desconocimiento del bien y del mal, lo que empuja a los mayores, por la experiencia de una vida de tropiezos, a refrenarlos desde el amor, a quienes seguramente, intentarán denostarlos a su vez desde una actitud que es humana y natural, que nace de la premura por experimentar el camino.

Los jóvenes cubanos no son diferentes, como cualquiera de su grupo, sienten las urgencias de volar, de disentir, de tomar caminos propios. A diferencia de la época que nos tocó vivir a otras generaciones de cubanos, donde los teléfonos móviles, las conexiones “internauticas”, o cuál era la última moda en USA no formaban parte de nuestras urgencias; nosotros, que veníamos de jugar a indios y cowboys, disparando con la mano, balas inagotables que salían de nuestro dedo índice; que aprendimos a jugar dominó en compañía de nuestros mayores pagando el peaje de un coscorrón por cada despiste; que bebimos, vomitamos y escapábamos de clase, también fuimos un poco como ellos hoy, pero diferentes.

Acaso  hoy, si hay diferencias, es en el acceso a la información;  en que las ganas de ver mundo, ya no se les plantea como algo propio de gusanos; en que al materialismo socialista de siempre, se les ha agregado el consumismo capitalista, y han pasado a urgencias que deberían ser secundarias, porque han olvidado algo que es básico. No por mucho madrugar, amanece más temprano.

Resultado de todo esto, una desconexión con sus raíces, con su historia; han dejado de buscar en sus mayores la sabiduría que internet nunca podrá facilitarles; a Martí lo han sustituido por una foto, un eslogan vacío; una presunción de querer el éxito de quienes viven en libertad, sin darse cuenta que antes de la libertad, no hay nada que anhelar; porque intentan vivir una vida que no tienen, que nunca podrán tener si no priorizan, si no comulgan, si no se comprometen.

Hoy, hay en Cuba hombres y mujeres, que están reclamando derechos y libertades. Es crucial que los jóvenes entiendan que el compromiso con la libertad es más que una opción, es una obligación. Juntar la experiencia de vida, de quienes llevan padeciendo el régimen hace más de medio siglo, con quienes siempre serán el motor del cambio en una sociedad, es tarea de todos. De las familias, de los grupos disidentes, de los otros jóvenes.

José Martí dijo: “Cuando habla un joven, el alma recuerda dónde se enciende el vigor. Cuando habla un anciano, el alma descansa, confía, espera, sonreiría si tuviera labios, y parece que se dilata en paz”.

Con encendida confianza, a por la libertad de Cuba.
 

 

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