La potencia por dentro.

Tiene mi madre guardado mi cuaderno escolar de primer grado donde aparece la pregunta: ¿Qué quieres ser de mayor?... Médico. Siempre lo tuve claro, para mí el hecho de poder ayudar a las personas pudiendo administrar sustancias a voluntad, para conseguir el milagro de la sanación siempre me atrajo; siempre he creído que la medicina está muy por encima de las demás actividades profesionales humanas, y que debía ser estrictamente vocacional.

No sabía yo por aquel tiempo de cuadernos, y figuras geométricas; que un señor iba a concebir un plan para, - despojando a la medicina de su halo semi-divino-, bajarla a el estercolero gracias a la política; haciendo de quienes están llamados a ser humanistas, unos esclavos al servicio de un sistema comunista que rebajó la categoría de aquellos llamados a habitar en el olimpo; condenándoles a ser simples activistas políticos, con licencia para curar.

Mis colegas deben andar revolucionados, han matado a un médico en Venezuela mientras en Kenia han puesto en suspenso a medio centenar; porque unos médicos locales no los necesitan, según le han dicho al juez ante el que han interpuesto la demanda. Confieso que ambas noticias me entristecen teniendo en cuenta que en esas misiones están muchos de los que hace poco más de veinte años, fueron mis compañeros de clases, y algunos más que eso. Pero lo cortés no debe quitar lo valiente; y siento que estas cosas les pasen, pero reconozco que también siento que son necesarias para llamar la atención de un problema, que ha sido vendido como un acto de solidaridad, y altruismo castrista; y que no es más que esclavismo en el siglo XXI.

Dotres, con su resolución º54 del 99, dejó claro cual era el concepto que tenían de nosotros; eramos piezas a su servicio, y aquel que osase renunciar le esperaría una condena de 5 años por disentir del proyecto castrista. Algunos penaron más que eso, así que muchos de mis colegas, en un tiempo en que la situación era insostenible para la familia cubana; cuyos hijos languidecían de hambre, y necesidades miles; y viéndonos retenidos en la cárcel mayor a los apestados, se decidieron por la oferta de misiones que fue la salida honesta que vieron a sus necesidades urgentes, y humanas.

Detrás como siempre, la instrumentalización, a través de sus familias retenidas; de sus nominas depositadas en cuentas en Cuba; de contratos con países "amigos" que sabiendo que las retribuciones eran de categoría esclavista, han cerrado los ojos con tal de que les arreglasen los problemas de salud de sus locales, o les ayudasen a conseguir los votos necesarios para seguir en el poder. Estos acuerdos, mirándolos a nivel de economía de país es calderilla, si tenemos en cuenta que son unos miles de millones que no les alcanzan después de engordar sus cuentas en el extranjero para mucho más; pero ahí está Venezuela, que paga con petróleo; y entonces se entiende el celo que los castristas han tenido para retener a sus pupilos de una manera o de otra.

No contemos aquí por no dilatarnos el compromiso político internacional que tener estas fuerzas operando en medio mundo obliga; de ahí que mostrar las vergüenzas de un sistema tiránico, y en bancarrota sea tan difícil; mientras que condenar el embargo comercial americano sea pan comido en la ONU por ejemplo; ese es otro de los servicios colaterales de estos "aguerridos compañeros", sin contar que en Venezuela por ejemplo les "orientaban" que después de terminar la consulta con el paciente de turno, debían dar la charla sobre las bondades que el chavismo había obrado gracias al comunismo salvador que era el responsable de este servicio.

La traición a Hipócrates no es responsabilidad directa de mis colegas, sino de un sistema que los condenó, y entre otras cosas les ha condicionado a aceptar el chantaje que suponen los contratos en el extranjero gestionados por el desgobierno castrista; porque ellos no tienen la libertad de hacer lo que yo por ejemplo, he hecho esta mañana. Devolverle a un colaborador, su contrato rectificado según lo que considero justo para mí, y que aquel no había tenido en cuenta; y si no le gustan mis condiciones, tendrá que buscarse a otro médico que acepte sus requisitos.

Pero no por ello, mis "obligados" colegas no dejan de ser colaboradores, sostenedores, embajadores de un sistema que les ha coartado su capacidad de desarrollarse en libertad, de crecer profesionalmente, de acomodar su vida, y servir a otros sabiéndose reconocidos; sin que tengan que agradecerle más que a Dios, y a su esfuerzo personal por lo logrado. Lo demás es servilismo, y sometimiento de una conciencia que no fue concebida para soportar esta esclavitud larvada, y vergonzante, que ha sido manipulada desde el conocimiento del castrismo de la máxima marxista: si tienes un estómago demandante, no hay tiempo para filosofar.

Lo siento por la familia del fallecido, me alegro por los keniatas que se han dado cuenta de la trampa; y poco más.





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