La iglesia en manos de Lutero!


Esta exclamación la escuche por primera vez a mi bisabuela materna, y luego la escucharía otras muchas más en boca de mis tías, sus hijas. En la familia había una profunda raíz cristiana, y cuando se quería definir el desastre más desastroso de algo, la abuela centenaria acudía a esa frase para sentenciarlo.

Ella misma, al inicio de la revolución castrista había tenido que exorcizarse. Cuentan que en la revista Bohemia, salió al inicio en portada una foto del occiso en jefe mirando hacia el infinito, con sus claroscuros y tal; y ella exclamó,- desde la simpatía inicial que sintieron los humildes para los que estaba concebido el plan de salvación-, en un momento de inspiración: !ay si es como ver a Jesús, el Cristo¡

Un poco tiempo después, arrodillada en la iglesia de Holguín a donde iba a rezar, y a golpes de pecho decía: perdóname Señor, te confundí con el diablo.

Ha visitado Díaz Canel la Ermita del Cobre. El símbolo que hunde su raíz en lo más bello, y limpio de nuestra cubanidad, -hoy perdida por más de medio siglo de ataque despiadado en intentar sovietizarla primero, y castrificarla después-, ha sido profanado; una vez más, con esta visita del representante oficial, y heredero de decenios de negación de todo lo que representa ese Santuario, se nos ha ofendido en lo conceptual, en lo que es invisible a los ojos.

Visité "la Ermita" en el año 2003 por primera, y única vez antes de marchar al exilio; no tenía entonces más que esa fe en “algo” que todavía no podía definir o conceptualizar; pero supe desde que mi camino se torció, que no podía emprenderlo sin antes acudir a dos lugares vitales para oxigenarme; sabiendo que sino, iba a ser difícil conservar la semilla. Y allí me fui, -después de pasar por Santa Ifigenia para saludar, y pedir fuerzas al del yugo y la estrella-, al Cobre. Recuerdo que me habían dicho que a lo mejor no podía verla, porque era giratoria; entrenado en el simbolismo de las cosas por mis hermanos masones, creí que era vital encontrármela de frente; recuerdo le pedí que cuidase de la familia que dejaba atrás, y de mí, en un camino que nunca imagine iba a ser ni tan largo, ni tan doloroso.

Díaz Canel es una hiena más de la manada, intentando edulcorar a los ojos de todos, un cambio de intención que se cae por su propio peso; por el sufrimiento de un pueblo que se debate en un sistema comuno-castrista que no les deja libertad para crear, para crecer sin ataduras; porque además, pretende continuar en el sometimiento en el que siguen, a pesar del cambio de apellidos; en un desgobierno que mantiene la misma represión a los opositores, la misma confrontación con quienes piden el respeto a los derechos, y las libertades en Cuba; que mantiene una centralización de todo el poder, que en manos de unos bandoleros, administran a discreción desde el más oprobioso concepto de la dignidad humana, los destinos de sus millones de esclavos.

Se me revuelven las tripas de solo imaginármelo junto a los mamarrachos que le acompañaron, y en qué pensarían en esos minutos de silencio, que imagino quisieron transmitir de recogimiento; es tal su desfachatez, porque ignoran desde su concepción atea de vida, que a Dios no pueden engañarle como lo hacen con sus millones de ovejas, a las que llevan de un lado a otro, hambrientas y sedientas, con el cuento de que les está esperando un mañana de pastizales, y riachuelos cantarines que las mantendrán felices como lombrices. No se dan cuenta que todo llega, hasta el día de rendir cuentas; entonces ahí lo bailao o lo sin bailar, será quitado; aunque no han trascendido imágenes del interior del santuario, quiero pensar que la virgen le haya dado la espalda, al menos sé que es lo que hubiese hecho si por voluntad propia pudiese girarse.

Los cubanos no tienen más opción, si quieren tener una vida digna,- y hablo de la dignidad martiana-, que ser libres. Y ser libres significa poder hablar, poder crecer, poderte mover, poder creer a voluntad; para eso deben dejar de seguir flautistas que solo buscan con melodías, y cantos de sirena, mantenerlos condenados a una vida de pena que hoy, es lo que les rodea.

Si necesitan buscar la inspiración para hacerlo, ahí está el Santuario del Cobre, y nuestra Virgen de La Caridad, que si se le acercan con corazón humilde, les socorrerá, y mostrará el camino; no como a Díaz Canel, al que le ha dado la espalda.





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