Campeón.
Aquel enero, cuando en la torre quedaste secuestrada, enmudeciste por pena;
apocada y sin poder
quejarte, aceptarías resignada
pues sellaron tu boca, con cieno de millones que
apostaron, directo hacia la nada;
previste un tiempo negro, de soles eclipsados
por vergüenza,
por no saber hacia dónde voltearse cuando ya nadie clama;
cuando sacrificios por luz, se ausentan
de una masa,
que ha preferido canjearlo por oferta foránea, de dudosa carcasa.
La justa ha sido suspendida,
para arreglar las reglas a favor de las fieras
que dominan la arena,
es tiempo de plebeyos, de un populacho innoble que ha
comprado quimeras;
imposible concepto que anula imperfecciones de otros
tiempos,
y busca un hombre nuevo, un concepto nacido de bajar la cabeza,
aceptando unas reglas que irrespeta la ley natural; la dictada por Dios desde
tiempos de Eva,
con un vacío de fondo que al abismo te lleva.
No hubo un tiempo mejor para parir leyendas, que solo el que está preso,
conoce con certeza lo que busca el obseso por difícil que sea;
el pasado pesaba
como loza cubierta, por tiempos de otras gestas
que no vacilaríamos en querer repetirlas, nos faltaron aciertos más
que hombres;
lo que falló de veras en la lid, sería la manera en que nos
enfrentamos;
no tuvimos en cuenta al adversario que más que dar la cara,
buscaría las sombras que lo beneficiaran.
Las cárceles están, sin escudos ni lanzas llenas de caballeros,
los
reclaman dispersos por el mundo
escuderos pero;
cómo llegar si en vez de peticiones de una justa pactada
con honor,
hoy se aclama, a quien hogazas lanza a una masa encantada
que no
entiende su pena, que no busca vivir de sus ansias,
sino de la ansiedad de una
vida opacada; que mendiga su día, sin saber que se encuentra
en tierra
consagrada que pudiese salvarle, si el honor aceptara.
Tu boca has decidido que no puede seguir esperando,
un tiempo que no llega
a pesar del bochorno de saberte encerrada,
resignarse no es una alternativa
cuando tus hijos penan angustias descarnadas
por el hecho de hablar, de
reclamar la justa que defina el destino de todos;
los que son, los que están, y
los que no han merecido tu nombre;
que al final solo de eso se trata, de pactar
entre libres,
para eso hace falta completar un periplo que nos trae hasta aquí,
a este sitio de hombres.
De peto y armadura estoy cubierto, espada y lanza en ristre me siento
caballero,
aunque nunca me hubiesen nombrado, pero busco salvadas distancias
emular a mi hermano cautivo, que no puede llegar,
y que vivo para socorrerle; pediré
fuerza al sol,
y a los que en mí ascienden; que no tengo, más que una propuesta
frente al mal,
y es vencerle; con mi frente apuntando hacia el cielo, y mi alma
en aquella torreta
donde espera cautiva mi novia, que la absuelva de esta
triste espera.
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