Limón limonero


Al cubano desde siempre le identificó la galantería como uno de sus mejores atributos; el piropo tan denostado en esta Europa de hoy por el club de las enseña tetas y compañía, ha logrado por ejemplo, que en España se halla “regulado” el asunto como algo que puede ser parte del concepto de violación si la interpelada así lo considera. Por suerte, las españolas no son en términos anatómicos demasiado agraciadas; esa es la suerte, porque si tuviésemos por las calles de esta España acomplejada a esas mulatas de culo obsceno, creo que los juzgados estarían colapsados.

Esta ha sido una de las pocas cosas de nuestra cubanidad que el castrismo no nos quitó. Piropear desde la admiración a esas curvas caribeñas que poseen nuestras féminas, fue algo que pudimos seguir haciendo; siempre amparados en la máxima que aprendimos en primero de Primaria: Limón limonero, las niñas primero, ceder la derecha, quitarse el sombrero… .

Fueron nuestras mujeres siempre objeto de alabanza, y atención en el buen sentido por parte de todos; y en el autobús o en el tren, aunque se te partieran las piernas de cansancio no podía estarme de pie si tenía a una mujer parada a mi lado. Y es que siempre pusimos la atención en ellas como alguien a proteger; esto fue así, al menos hasta que marché de Cuba. Han pasado casi veinte años que según Gardel no son nada; pero parece que sí, y mucho viendo lo que pasa hoy en Cuba.

Tuve la oportunidad de conocer muchas reclusas debido a tener en mi familia a una que durante once largos años, cumplió condena por uno de esos juicios "ejemplarizantes" del sistema judicial castrista. Las había de todas clases, hasta una que cansada de maltratos llegaría a rociar con gasolina al maltratador y prendiéndole con un fósforo se ganó ocho años en Kilo-5; pero no recuerdo en aquellos tiempos, mujeres que fuesen a prisión por protestarle al sistema. No afirmo que no las hubiese, pero al menos no eran lo habitual; más cuando en mis visitas habituales a la cárcel para acompañar a mi abuela, preguntaba con mi curiosidad natural de niño sobre las causas de sus penas.

Resulta que la degradación, y la infamia del castrismo y su castromafia han llegado hasta ellas. Hoy en la Cuba de Díaz Canel, en este último mes han sido el doble de mujeres reprimidas que hombres, más de cien. No solo eso, es que han ido a visitar las mazmorras castristas lo mismo artistas, esposas de presos, embarazadas o con problemas de salud; y todo esto mientras el perro castrista vende sus nuevos tiempos con visos de renovación.

No hay que ser muy listo para darse cuenta que el castrismo agoniza; porque nos han quitado las tradiciones, las buenas maneras, los hábitos alimentarios, hasta los sueños; pero hoy, al sacarse la careta este desgraciado que intenta pasar por un reformador, y descubrirnos que no respeta ni siquiera nuestras mujeres; y lo peor, que aspira a que los sigamos en esa danza aberrante, es que hemos tocado fondo en esta pesadilla de seis décadas.

Cuando unos gobernantes llegan a la obscenidad de no respetar el futuro del país; cuando pisotean a quienes en su vientre llevan la esperanza del mañana, no hay nada más que hacer que destronarlos. El cubano no puede permitirse ver como arrastran o maltratan a una de sus hijas, vecina o simplemente a una mujer, y quedar impávido sin que pierda para siempre lo poco de ser humano que le han dejado, en esa humanidad desnaturalizada en que los ha instalado el castrismo.

Porque si dejamos que nos mancillen a lo único que nos salva el futuro; si permitimos que en nuestras narices nuestras mujeres sean golpeadas por esbirros al servicio de unas bestias, que no respetan lo más sagrado que tiene el que ha nacido de mujer; entonces mejor ahórquense o cápense, porque no merecen siquiera llamarse hombres.

Creo que hoy no sea muy complicado entender este post, no le hablo aquí a intelectuales o a eruditos, sino al hombre sin más; y es que estas cosas son de Primero de Primaria.

Cubano: limón limonero, las niñas primero.



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