Antídoto pos modernista.
Pasan cosas en este mundo pos moderno que hacen que te den
ganas de encender solo radio clásica; esa que en Cuba se llamaba radio
enciclopedia y donde te ponían a un Mozart o a un Bach, que ajenos a la destrucción castrocomunista,
tocaban y tocaban como si el mundo fuese aquel que existió hasta tiempos de
Stefan Zweig; grande donde los hubo que precisamente por entender que había perdido "su mundo", terminó con
su vida al estilo de la Grecia clásica.
La perspectiva brilla por su ausencia entre muchos. Los políticos son de los más comentados por ser en su caso, un tema de vital importancia, ya que su ineptitud a todos afecta. Ahí
vemos por ejemplo a una Europa con líderes que son incapaces de gestionar, y convencer para
la consecución real de una Europa de estados, unidos bajo una misma constitución,
y banco central, mientras Bruselas es un pozo sin fondo mantenido con los impuestos de todos los europeos; o a un Presidente de España que se apoya para gobernar, en
quienes quieren romper al país, mientras Cataluña casi perdida, asiste al suicidio colectivo donde ni el partido
mayoritario se atreve a promover una moción de censura al gobierno de la Generalitat, porque va a perderla por falta
de apoyo. Como si esto de la política, fuese solo de ganar escaramuzas.
Del otro lado del charco la cosa no tiene buena pinta. Aquello entre
trumpistas, antitrumpistas, artistas de Hollywood reconvertidos al socialismo, y
putas elevadas a la fama por simplemente hacer su trabajo, van a llevar a la
primera, y más avanzada democracia occidental a un país fracturado como no lo ha
estado desde tiempos de Lincoln. La única diferencia es que hoy, los Padres fundadores ya ni están ni se les escucha, y tanto demócratas, republicanos, y hasta los defensores de las lechugas coloradas están armados hasta los dientes; lo que de producirse hoy una guerra civil... caerían todos como moscas a uno y otro lado del Mississipi.
Y Cuba, mi país cautivo que tiene a un pueblo muerto de
hambre, y sin salida; pero que continúan su marcha suicida bailando conga, y comiendo
pepino que ya se sabe que hace daño a la tripa. Queda virtud y decoro por supuesto, pero no basta; porque esos pocos que pudieran
salvarles, están tan desnortados que no son capaces de ver la fragilidad de sus
huesos, ni al hermano que tienen al lado suyo. Tal es la miopía, que están frente
al castrismo como el alucinado que golpea la cabeza contra el muro, creyendo que
va a quebrarlo.
Así estamos hoy, de ahí mi tentación a poner la radio de
Strauss. Porque en estas ocasiones se hace muy cuesta arriba mantener la
esperanza de salvación, visto lo visto.
Tengo siempre para estos casos el remedio que me aplico como dosis preventiva que me permite seguir adelante sin contagiarme de lo políticamente correcto, y de todas esas memeces que hacen a algunos adoptar posiciones que no son de sentido común, sino de sentido contrario. Y cuando me la aplico, me reconforta el saberme protegido unos días al menos. Pero no creáis que la quiero atesorar para mí solo; aquí la
dejo disponible para todo aquel que quiera vacunarse contra la tontería, contra
la necedad, y la falta de perspectiva en términos de humanidad. La saqué de unos
escritos donde el Padre de la Patria de todos los cubanos las dejó, para que siempre tuviésemos un
asidero en tiempos como estos.
Tengo siempre para estos casos el remedio que me aplico como dosis preventiva que me permite seguir adelante sin contagiarme de lo políticamente correcto, y de todas esas memeces que hacen a algunos adoptar posiciones que no son de sentido común, sino de sentido contrario. Y cuando me la aplico, me reconforta el saberme protegido unos días al menos.
Y es que entonces hubo igualmente necedad, pocas miras, limitaciones que nos han acompañado desde siempre. De ahí sus palabras frente a una Cámara arisca e inclemente con su figura de Presidente de la República en armas; de ahí la respuesta que zanjaría cualquier atisbo de duda en un hombre que tuvo como nadie, la visión de un país cuando no éramos más que criollos; ciudadanos de segunda de una colonia llamada Cuba, a la que él se atrevió a ponerle voz. Una voz que nunca calló ni siquiera frente a sus hermanos de armas que en tiempos de inmadurez, alguna vez anduvieron como el ciego sin su lazarillo.
“Yo no estoy frente a la Cámara, yo estoy frente a la Historia, frente a mi país y frente a mí mismo. Cuando yo creo que debo poner mi veto a una ley, lo pongo, y así tranquilizo mi conciencia”. CM
“Yo no estoy frente a la Cámara, yo estoy frente a la Historia, frente a mi país y frente a mí mismo. Cuando yo creo que debo poner mi veto a una ley, lo pongo, y así tranquilizo mi conciencia”. CM
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