Círculo mortal.
El tiempo en relación al exiliado es su peor enemigo. Con
los años, la distancia, y el afán por sostener recuerdos oxidados que no pueden
resistir el lustre de una vida acomodada en las formas hace que muchas veces
mires a tu país de entonces, al que habita solo en tus células desordenadas por
todo el córtex, y tengas la tentación de creer que lo negro es gris, y lo gris
es blanco.
De ahí que vea muchas veces fotografías de Camagüey que son
solo reflejo de mentes nostálgicas de paisanos míos, que gracias al Photoshop
son capaces de presentárnoslas como reales cuando en verdad, mi ciudad está triste, descolorida, y
deslustrada de tanto maltrato castrista. Y así está el resto de Cuba,
aunque Díaz Canel diga que Matanzas llega “reanimada” a su tricentésimo vigésimo
quinto aniversario; lamento contradecirlo pero como tengo mi familia viviendo en “barrio nuevo” sé de primera mano que como
siempre, han repartido lechada para las fachadas, y poco más; por otra parte, algo típico del comunismo.
Hoy, a veces escucho algunos paisanos que con ignorante
persistencia intentan convencer a propios y a extraños, que en Cuba se puede
vivir bien…, si tienes dinero. Y los miro cuando me los encuentro diciendo esas
idioteces, y pongo cara de póker para que no me descubran el asco que me
produce tanta desfachatez en un exiliado.
Es cierto que los tiempos han cambiado, ya los niños no tienen
que sufrir al hombrecito y al perrito de plastilina o los adultos mandarse a
Mario Rodríguez Alemán alabando las virtudes de películas soviéticas, ni las amas de
casa con unas bocas demandantes y una despensa ausente de su cocina, ver a Nitza
Villapol cocinando platos exquisitos inalcanzables para muchísimas madres que
intentaban emularla; sin recursos, ni una Margot que cooperase en la tarea.
Hoy los cubanos hasta tienen internet. Es cierto que es cara,
y vergonzosamente condicionada; pero si lo comparamos con los tiempos de “Novedades
de Moscú”, cualquiera diría que hemos avanzado. Además, hoy los cubanos pueden
comprarse coches y vender casas, todo un logro dirán algunos aunque sea una
actividad accesible a “macetas” que siempre están esperando la visita judicial que va a
confiscarle todo, o para “misioneros” de carnet escarlata, y mantenidos por
familiares desde el extranjero; que envían sus dineros para que aquel tenga una
vida un poco más decente, y así aliviar el mal de conciencia que produce el
saberte confortablemente del otro lado.
Pero a pesar todo, de coches y casas de ocasión; con los
superhéroes de Marvel como protagonista de las noches de sábado o las tardes de
domingo; aunque en cada bar ya hoy tengamos latas de refrescos y cervezas con
los tres puntitos debajo que revelan hasta donde ha llegado la inventiva
nacional en esto de salir adelante - y además, el cuajo con que el cubano hoy
buscando su supervivencia, te las vende como marcas genuinas en un clásico ejercicio
de desfachatez generalizada en que están instalados por obligación-; aunque ya
en saludo al 26 pocos trabajen de manera “voluntaria”; hoy, los cubanos no
hemos avanzado; solo damos las mismas vueltas en círculos que estamos dando hace seis decenios. Lo peor es que no son dialécticos de esos que van de abajo arriba siempre avanzando, sino de esos que
siempre van más abajo, de esos que se conocen como círculos de muerte.
Y si no me lo creen miren cuántos reprimidos se han
contabilizado desde que llegó el primer dice-presidente de la historia de este
tiempo de oprobios que frente a las demandas de libertad para el arte, por parte
de la comunidad de artistas “no alineados” ha dicho: “No se pueden confundir la voluntad de difundir la cultura con los
afanes de mercantilización en el arte; ni podemos confundir creación artística con el interés personal de
algunos de vender a cualquier precio”.
Entiendo que la
confusión de que en Cuba con dinero se vive bien, les debe venir a mis paisanos
exiliados de ver cómo viven los dirigentes de la castromafia o a lo mejor de
ver cómo vive Eusebio Leal; que ha amasado una fortuna con la venta del patrimonio nacional a través
de la oficina del cuenta cuentos de La Habana, que usada como tapadera, han
vaciado de pinturas, manuscritos, y arte en general nuestro tesoro nacional,
con ayuda de instituciones tan prestigiosas como las casa de subasta Christie's
y Sotheby's.
Y es que el arte y
la cultura en Cuba amigo lector, es algo que se puede difundir con más o menos
facilidad si eres del “sindicato”; porque si no, te toca hasta embadurnarte de
mierda como único modo de protesta, frente a quienes pretenden coartar la libre
expresión artística.
Ahora bien si ya
quieres dar el paso, y avanzar de artista a empresario; si lo que quieres es ponerle
precio a tú creación… pregúntale a Díaz Canel.
Y guambán.
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