Hienas al borde de un ataque de nervios.
Parece ser que el próximo Presidente
brasileño si se cumplen las encuestas va a ser Jair Bolsonaro. Una
buena noticia para la región, y para Brasil; que ya por fin terminó
con la pesadilla Lula entre rejas, y Dilma, desaparecida de la primera línea política bajo toneladas de corruptelas. Pero no solo están cantando
de alegría los hijos de la zamba, sino los del guaguancó. Si, son
decenas de miles los médicos que están en Brasil, y cuyo entusiasmo
desborda las fronteras del gigante sudamericano.
Mientras tanto, en La Habana están ya
con el lazo negro preparado, y hasta los anestesistas de Granma se
les ha visto el plumero cuando en un arranque de subjetividad
periodística, y con total alevosía han publicado que: “El
pueblo brasileño tiene el poder de decidir su futuro, de pasar por
encima de manipulaciones mediáticas, corrupción, engaños, falsas
promesas, y elegir; como lo hubieran hecho por Lula, ese que el mismo
sistema judicial de su país les arrebató”; vamos, lo único que les
faltó por poner fue, “recuerde, vote por Haddad”. Y es que ya
saben lo que les espera.
Eso sí, mientras se jactan de estar
preparando congreso; resulta que los de la CTC están muy contentos
porque los trabajadores van “debatiendo” los asuntos, y han publicado lo que en boca
de su Secretario Des-generado, que después de uno de esos encuentros ha
salido diciendo: “seguiremos apoyando y contribuyendo a la
actualización y el perfeccionamiento de nuestro modelo económico”.
Ahora entiendo, porque si miramos e
intentamos seguir el hilo conductor, veremos como una cosa nos
llevaría a la otra, y luego... de vuelta a la primera.
Los afanes del desgobierno de la
castromafia de La Habana por mantener su “modelo productivo”, y
los esfuerzos que realizan para intentar vender a su candidato en
Brasilia, no son sino estrategias con la intención manifiesta de mantenerse en pie para poder seguir manteniendo un modelo esclavizante que tiene sujetos no solo en Brasil, ni
solamente en la actividad sanitaria, a cientos de miles de
trabajadores cubanos que agobiados por la falta de horizontes dentro
de Cuba, aceptan los contratos denigrantes e inhumanos que les impone
una vida sin salida en la que los han instalado los desgobernantes
castromafiosos; contratos de los que perciben alrededor de un ridículo 25% del
total de las nóminas, mientras las arcas de Díaz Canel y compañía
se embolsan más de once mil millones por concepto de trabajo
esclavo allende los mares.
De ahí la alegría de los cubanos en
Brasil. Ahora si podrán quedarse y desenchufarse del lazo castrista
y ver por primera vez juntos, los 3 300 dolares que ni saben como
lucen porque la castromafia hasta ahora se los ha quitado. Eso sí,
que se preparen que las hienas buscarán venganza; y como siempre los
hijos, y la familia serán la moneda de cambio para los que intenten
desafiar al amo. Una última cuestión paisanos: recuerden entregar el carnet.
Cortar a estos zarrapastrosos las
líneas de alimentación con que sostienen su hediondo sistema es
necesario para buscar acorralarles, y terminar con la abyección.
De ahí que me haya contagiado con la
alegría de mis paisanos en Brasil. De ahí mis hurras por Bolsonaro.
Y guambán.
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