Prometer hasta meter...

Y después de lo metido, nada de lo prometido. Este refrán me ha venido a la memoria al ver afirmar al dictador norcoreano que ahora si que va a cumplir su palabra; hay que ver como el mundo entero respiró aliviado al verlo cruzar la línea de demarcación, -yo el primero-, porque reconozco que la cosa estaba caliente. No todos los días se da la conjunción de políticos torpes que tenemos por estos últimos tiempos, de ahí los sobresaltos en que nos tienen día sí, y otro también.

Ahora, con el transcurso de las horas en que inexorablemente el suflé comienza a asentarse, caigo en la cuenta de que si de alguien no tienes que fiarte nunca totalmente es de un político, son maestros de la retorica que desde tiempos de sofistas vienen haciendo como que dicen algo sin que eso, de cambiar las circunstancias o las exigencias, no dejase de poderse voltear al revés y significar lo contrario.

Ahí está aquel político español que les dijo a sus probables votantes: haremos un camino para vosotros, a lo que aquellos respondieron; ya lo tenemos, y este inmediatamente replicó: sí, pero de ida, y yo les haré el de vuelta. Que cubano de más de cincuenta años no recuerda a Plutarco diciendo en su San Nicolás del Peladero: haremos un puente, y alguien dijo para qué si no tenían río. Replicó, pues hacemos el río también; alcalde, y ¿traerán góndolas? dijo otro; y góndolos para que saquen cría replicó.

Hoy, cuando el populismo seduce no solo a políticos, sino hasta jueces; cuando los medios que están en su siglo dorado donde nada vale, y todo a la vez capeando a sus anchas mientras desinforman con una desfachatez increíble; cuando el honor, la palabra o el decoro de una persona es relativo en función de influencias; hoy, que la verdad ha dado paso a la pos verdad, un eufemismo de sociedades mediocres donde sus ciudadanos no se atreven a ser políticamente incorrectos por no ofender al otro, olvidando que disentir desde la coherencia no puede ser destructivo si se adviene usted a las formas cuando se busca una verdad. Pero claro, que verdad vamos a buscar si la hemos sustituido convenientemente por la mentira.

Y entonces es cuando dándome cuenta de todo ello, me revuelvo como perro mojado, y me aíslo en mis pensamientos. Entonces caigo en cuenta que este chino de península no solo es que sea político, sino que es el hijo de, y nieto de; y además, comunista para rematar. Y se me caen las alas del corazón, y me he despertado soñando con el día del juicio final donde huía del Terminator que andaba detrás de mi madre para matarla por decir yo estas cosas.

Nunca podrás fiarte de un político, y si es comunista peor; y si para colmo tiene pedigree, ya es como para echarse a correr; porque si no, te agarran generaciones de mandriles cochambrosos que utilizarán el miedo y el terror, no la dialéctica o el sofisma para retenerte; porque su intención no es convencer sino vencer.

Ahí tenemos para no ir muy lejos a los Castros en Cuba que llegaron hace sesenta años con aquello de “were not comunist”, y ya preparan al pichón Castro-Espin para administrar los “negocios de la familia” que si no gerencia ya, es solo porque están esperando que el muchacho se gradúe del máster de hijoputa que está cursando, para ponerlo a dirigir la ruinosa empresa en que han transformado estos a Cuba en todos estos años de desgobierno, con total premeditación, y alevosía.

Que no te he convencido, debe ser que eres de los que creen que un tipo gordo, viejo y con un saco cargado pueda entrar por una chimenea. En ese caso no voy a ser yo quien te traumatice.

Había una vez...







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