Dolor descafeinado.

Han matado a un periodista en Nicaragua mientras estaba informando sobre el estado de las protestas, ha sido en directo, y se ha escuchado el lamento de sus familiares por la misma grabación no solo entre los que estaban presentes sino en medio mundo gracias a las RRSS.

Ya van poco más de una veintena de muertos y más de sesenta heridos en los últimos cuatro días de protestas que tienen su génesis en la reforma al seguro social que por un cinco por-ciento ha sacado a la calle a jóvenes, y ancianos en lo que parece ser el despertar del pueblo nicaragüense frente a esta diluida, y torpe versión castrista.

El sátrapa nicaragüense ha sacado el ejercito a la calle, no es la primera vez que en este tipo de sociedades latinoamericanas la fuerza se impone a la razón, veremos como acaba la historia que pongo mi fe en que sea con la salida de esa víbora ponzoñosa de Nicaragua con todo el séquito de chupópteros que todo tiranuelo necesita para apuntalarse; eso sí, debemos acotar que el repudio ha movido las conciencias de la sociedad en general incluidos las autoridades eclesiásticas que han pedido honrada, y honrosamente a los compatriotas no cejar en sus protestas.

¿El resultado? Se han ganado las simpatías de toda la comunidad internacional comprometida con el mundo de los derechos y libertades haciendo que todas las editoriales de prensa en general estén reflejando la situación en Nicaragua lo que equivale en términos conceptuales un rechazo al desgobierno de Ortega.

Ahora toca volver los ojos irremediablemente a Cuba. Ahí están para no irnos muy lejos la primavera negra del 2003; hay que escuchar las declaraciones de sus protagonistas para ver el grado de dolor, y torturas recibidas por los perros de la DSE sin que la ola de detenciones motivase entonces apartando al nacimiento de las Damas de Blanco, poco más en nuestra sociedad.

Recuerdo mi exhortación a acudir al juicio de uno de ellos en Camagüey en mi logia masónica, era nuestro deber apoyar en esos duros momentos a nuestro hermano: al día siguiente solo dos nos presentamos. No me dejaron entrar al juicio porque estaba "llena la sala", cosa que no era cierta porque estábamos desde antes que abriesen las puertas del tribunal provincial de Camagüey; eso sí, se aseguraron de filmarnos desde un edificio aledaño que al darme cuenta de ello, los saludé para que no les quedasen dudas de mi identidad.

La represión ha sido la constante en estos últimos sesenta años, la represión unida a la maquiavélica manipulación de la sociedad que anestesiada en si misma, se ha mostrado indolente frente al dolor ajeno, aunque este le salpicase en sus barbas porque los reprimidos no es que viniesen de Marte, han sido sus parientes, sus compañeros de trabajo, y sus vecinos de toda la vida.

Pero no es solo la indolencia, sino que ha mostrado la sociedad cubana incluso una capacidad para voltear los ojos, para bloquear sus sentidos que ni el olor repugnante de la sangre que a todos nos afecta por pura naturaleza la ha movido en tiempos de remolcadores hundidos que incluso hoy, todavía y a pesar de que vamos para veinticinco años de la tragedia, los fantasmas atrapados en el limbo por falta de justicia no logran hacerse oír en sus lamentos por el ruido de pingueros y putas del malecón, que viven ajenos en su indignidad como igualmente viven los millones de cubanos castrificados e incapaces de despertar a pesar de toda esta danza de dolor y muerte a su alrededor.

A diferencia de Nicaragua, en Cuba el clero oficialista siempre ha tendido a la concordia; como miembro de la iglesia puedo entender el perdón como acto supremo de expresión humana pero siempre con justicia; y de eso andamos bien cortos en la Cuba castro-comunista donde a casi nadie parecen importarle estas cosas. Y luego nos quejamos de que el mundo edulcora al castrismo permitiéndoles sus sinvergüenzuras, pero hemos sido nosotros en general más dentro, pero fuera también, que nos lo hemos ganado a pulso.

Toda vida humana merece respeto así como la libertad y los derechos merecen ser disfrutados, ya sea en Nicaragua, Siria, Corea del Norte o Cuba. Independientemente de las circunstancias de cada pueblo la defensa de estos conceptos corresponden a toda la comunidad internacional; pero el ganárselos, el disfrutarlos, y legarlos a las generaciones venideras le corresponden a los pueblos allí donde son pisoteados.

A mis hermanos nicaragüenses les deseo que logren sus objetivos de libertad que honradamente están demandando. A mis compatriotas cubanos allí donde se encuentren les digo que o nos juramentamos a conseguirlos o seguiremos pasando la vergüenza de llamarnos cubanos.









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