Con perdón de los presentes.

Recuerdo desde que tengo conciencia la gritería. Criado en un barrio del Camagüey pronto hizo esta realidad que adaptase mis cuerdas vocales para la contienda cosa que no sería muy difícil, gracias a una herencia familiar en términos laríngeos. Fresca está la escena de mi tío Héctor y yo, conversando a las seis de la mañana en la oficina previo a salir a pintar Miami, y ver salir a mi tía siempre vigilante, y celosa de las formas decirnos: ¡hablen bajito! Inmediatamente como un resorte los dos nos poníamos de rodillas para seguir nuestra charla ante la mirada inquisidora de la tía, y las risas de los demás miembros de la cuadrilla.

Porque la algarabía nos ha moldeado en las formas desde siempre, el cubano alegre y dicharachero, es dado a estas cosas que adornan, y dan color al paisaje; ahora que conozco otros pueblos puedo asegurarles que es así, y el responsable es el sol que nos despierta endorfinados cada mañana; creo que si no fuese por esto, la tasa de suicidio en la Cuba castrista sería por poco, triplicada.

Pero una cosa es que la gritería adorne las formas, y otra cosa es que se vaya hasta el fondo. He estado reflexionando sobre esto, y me doy cuenta que Castro desde el minuto uno, se empeñaría en que el cubano se degradase en su esencia explotando su lado desenfadado; así fue como entre marchas, mitines, trabajos voluntarios generosamente rehogados en alcohol, exaltación del sincretismo..., pudiera seguir enumerando casi hasta el infinito el empeño que puso la tiranía en acentuar nuestros defectos, y todo ello bajo un plan único: la supervivencia eterna del castro-comunismo.

Y aprendimos, de tanto verles actuar violentamente para imponerse, y vociferar a gritos, para dejar de escuchar al otro o anularlo, que generaciones de cubanos que nacimos bajo este signo asqueroso, nos acostumbramos a este "way of life" castrista; porque sí, que remedio. De ahí que entre el pensamiento único, y la gritería, mezclado con una acentuación del personalismo extremo como una virtud; al final, de la fábrica castrista no saldrían nunca hombres libres, sino autómatas, convirtiendo a Cuba en un campo de dolor y muerte, donde otrora hubo música y alegría.

Y los que nos cortocircuitamos, pudimos desconectar; y entendimos que estar enchufados a aquello no era bueno e hicimos lo que mejor podíamos hacer por nosotros, y por nuestros hijos: irnos. Abandonamos la fábrica sin otra intención que salvar el futuro, y de paso, quien sabe si juntarnos para estilo película de hollywood, hacer resistencia, y desconectar; no solo a los que siguen enchufados, sino al mismísimo Matrix.

Pero va a ser difícil porque hoy, a pesar de que escapamos, de que hemos llegado a sociedades avanzadas con relación a la nuestra, donde podemos aprender o crecer en valores, en tolerancia, en entendimiento, y en colaboración desde el respeto al que piensa diferente; hoy, tengo amigos, hasta familiares enfrentados; que sí elefantes que sí burros, las redes arden en descalificaciones obscenas de unos contra otros sin que puedan darse cuenta que en esa fiesta, como en cualquiera allá donde nos hayamos podido asentar, no somos más que unos invitados de segunda fila; y mientras se desgastan en esas tonterías, se quedan sin fuerzas para ayudar en lo que debería ser su prioridad, centrarnos en terminar con la fiesta castrista.

Creo honestamente que no nos servirá de nada -excluyo aquí a los excluibles-, el haber dejado nuestro país, si no somos capaces de mejorarnos como personas en un entorno de libertad, y crecer en valores cívicos que nos permitan ayudar en la reconstrucción de Cuba; porque si después de tanto sufrimiento, de tanta destrucción que va a requerir ingentes cantidades de bálsamos que calmen dolores casi centenarios, vamos a llegar nosotros en tromba a seguir la gritería, y la imposición; mejor no haber nacido.

Si mi familia, si mis amigos, y las personas que me leen, orgullosamente cubano-americanas, -excluyo a mis hijos por cuestión de edad-, no son capaces de asumir valores de tolerancia y de convivencia para mejorarse, y de paso cooperar con la reconciliación y re fundación de Cuba; si van a continuar con aquello de que si son galgos o podencos arrasando cuanto se encuentran al paso, y olvidándose seducidos por el amarillismo, del dolor de aquellos que están todavía conectados. Quítense de los nombres el primero, sigan vociferándose unos a otros hasta que revienten, y no me distraigan más con sus problemas domésticos, que Cuba urge.

Eso si por favor, in english please.



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