De urgencias y prioridades.

Resulta complicado hablar de este tema. Son tantas las historias, tantos los problemas, desde los más cotidianos e insignificantes hasta los más lacerantes, y humillantes; que resultaría simplemente imposible, ponernos de acuerdo cuando de prioridades se trata. Por supuesto hablo en el orden personal.

Porque imagínese usted si le preguntásemos ahora mismo a un abuelo en Cuba que se ha desayunado con una infusión a falta de otra cosa - porque no creáis que todos reciben dinero de familiares en el exilio-, y resulta que este abuelo para desgracia suya es diabético, y debe inyectarse su dosis de insulina; es su vida, una moneda lanzada al aire, toda una prioridad. 

Recuerdo mis idas y venidas, detrás de todo lo que era necesario para fabricar la artesanía que luego tenia que llevar a mis contactos de La Catedral en La Habana o en Trinidad; aquello si que era un problema teniendo en cuenta que para conseguirlo todo dependía de una larga cadena de contrabandistas que robaban de aquí y de allá todo lo que se necesita para llegar al producto final. Y me pasaba el día corriendo para luego viajar en tren por toda Cuba repartiendo; no es que fuese un problema, eran miles de ellos que por medio estaba la policía y sus registros, y del otro lado la mesa familiar, toda una prioridad.

Y que decir de las mujeres y hombres que tienen a sus parejas presos por disentir solamente, que carecen de una mínima certeza sobre cuando o en que condiciones volverán. Si lo comparamos con el abuelito descrito anteriormente o con mis problemas de otros tiempos, no resultaría difícil convencernos de que esto si que es una prioridad mayúscula; que decir si pensamos en los hijos pequeños a cargo de estos padres y madres de familia, ahí si que ya rompemos el concepto porque es más que eso, es inhumano.

De ahí podremos comprender que existen problemas de todo color, pero que hay una cosa meridianamente clara: para cada uno su problema es la urgencia a solucionar, su prioridad... ¡No!

Si fuésemos a aceptar esta tesis puramente individualista, tendríamos que volver a tiempos pretéritos que la humanidad ha superado ya; o al menos en esa parte que es conocida como primer mundo, ese club donde la diversidad, y los derechos están armonizados bajo un principio dogmático de las sociedades avanzadas: el interés general.

Cuba mi país, que le cortaron las alas cuando se echaba a volar debería ser hoy la prioridad, que no es otra que el desgobierno que la tiene coartada, y anulada como nación impidiéndole emular en igualdad de condiciones; porque su capacidad de emprender, de expresarse, y de soñar, están suspendidas si se proyectan más allá de los lineamientos de quienes la han secuestrado.

Conviene que repensemos los cubanos nuestras prioridades porque si lo miramos bien, casi todas hoy son solo una consecuencia, un mal secundario de un mal mayor que nos conecta como pueblo oprimido, al que se le intenta confundir con una carrera diaria, y frenética por la supervivencia más básica. Y esto lo hacen con alevosía, quienes aplican las enseñanzas de su maestro que les enseñó que solo puede plantearse preguntas el hombre, cuando tiene el estomago lleno; de ahí que solo repartan migas, para tenernos entretenidos y sin pensar.

Si quieres liberarte cubano, si quieres que se acabe la tisana mañanera o las angustias de no tener un proyecto claro de vida; si quieres que se vacíen las cárceles, y nuestros hijos crezcan si miedos; entonces prioricemos el interés general de todos los cubanos que no es otro que acabar con el castrismo, y alumbrará un nuevo día de esperanza.

Y brillará nuevamente la estrella solitaria.








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