Hojarasca.

En el año 480 AC Jerjes invadió a Grecia para cobrar su venganza por lo de Maratón; era la continuidad histórica de lo que se conoce como guerras médicas. Había un lugar estrecho llamado Termópilas donde al verse traicionados, Leónidas dejó marchar a la mayoría del ejercito griego para enfrentar con poco más de 1500 hombres a un  ejercito que sobrepasaba el cuarto de millón.

¿El resultado? Muchos dirán que el sacrificio de las Termópilas fue estéril, tengo el convencimiento que sin esta batalla épica no habrían tenido los griegos la oportunidad que llegaría en Salamina y que daría como resultado que Jerjes al final acabase marchándose a Asia nuevamente después de que al año siguiente en la batalla de Platea, terminasen las ciudades estado griegas por reconquistar Grecia a donde nunca más Jerjes regresaría.

Nada es por nada en términos históricos, los pueblos como los hombres llegaran allá a donde los condujo su primer paso, y la perseverancia de mantenerse en el camino. Nos guste más o menos somo el resultado a nivel individual o colectivo de las decisiones que hemos tomado, donde la importancia no está en detenerse sino en continuar, donde cada paso cuenta con igual relevancia en tanto es el siguiente resultado de su antecesor entrelazados todos por un mismo objetivo: el final del camino.

Muchas veces se tiende a pensar en términos metafóricos con relación a la hojarasca aplicado a personas o hechos, como algo pasajero, irrelevante o falto de sustancia; nada más lejos de la realidad según lo veo porque debemos recordar, que sin la hojarasca no seria posible que los arboles creciesen fuertes, ni sus raíces podrían obtener los nutrientes necesarios para hacer prevalecer a estos colosos botánicos en el bosque.

Hoy frente al relevo generacional de castristas que pretenden mantener el secuestro de Cuba mediante el fraude, la coacción, y el engaño dentro o fuera de nuestras fronteras; cuando los gobiernos dan por legitimado el proceso castrista que los cubanos sabemos se cuece en la casa de la familia Castro, donde se seguirán tomando las decisiones como hasta ahora para dolor y desgracia de todos los cubanos; hoy cuando es inevitable la unidad de los que defendemos la verdad frente a la manipulación de quienes solo pretenden seguir desgobernando a Cuba; hoy, todos debemos mirar al pasado para valorarlo, reconocerlo, pero también para entender que es solo parte de un todo donde lo importante no es lo que hemos hecho o dejado de hacer, sino cual es nuestra meta.

A las organizaciones dentro y fuera de Cuba le ha llegado la hora de definirse. O quieren eternizar el dolor de Cuba o quieren llegar a la libertad de Cuba. La meta está marcada, y todos son reclamados, valorados, e indispensables para conseguirlo, sus proyectos actuales y pasados son hojarasca, sustrato que ya se guarda en las entrañas de la tierra para el día que sea plantado el árbol de la libertad, florezca fuerte, se empine alto de manera que sea admirado, y reconocido por todos.

Porque hasta hoy, se sigue reclamando el único proyecto posible, el proyecto Cuba; que aúne en torno a sí a todos, porque sin ello seguiremos sin reconocernos, sin respetarnos, y lo peor además de triste, sin ser reconocidos ni respetados por quienes tenemos la necesidad de despertar para fundar patria nueva: al cubano adormilado.

No basta con ser bravos, hay que ser listos porque el enemigo lo es igual; y si queremos podemos continuar detenidos en el tiempo, caminando en círculos o tener el valor suficiente para reanudar la marcha, la definitiva y sumar. Porque el coraje no es suficiente, ni el sacrificio es deseable cuando no se tiene en mente que es parte de un todo; porque si no, nos quedamos en la resistencia suicida o vacía sin saber, que si no articulamos un plan general nunca reconquistaremos nuestra Atenas antillana, y estaremos en cualquier lugar, excepto en los libros de historia o en la gratitud probable de los hombres.

A por todas, emprendamos el camino definitivo de libertad, y hagamos historia.





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