Despropósito.

A mi tierra, hoy sombras importadas todavía la oscurecen,
gestionada por vándalos de dudosa estirpe, con  sórdidas entrañas
que fauces insaciables atiborran a costa de una masa descuidada
que se deja llevar, creyendo que sin mérito algún día
aquel acto de ilusionismo, pueda llevarlos a la tierra prometida
sin ver que navegan en un curso sin tiempo, directos al abismo.

Renuncia anticipada  por  ardides, impuesta si se quiere
a una plaza atestada de pelotas castradas con fusiles en alto,
infecto daltonismo contagiado en arengas con flautas orquestadas
sin tempo ni compás, sin pentagrama que advierta
a oídos ensordecidos a golpes de hoz y de martillo,
del peligro hábilmente ocultados en una batuta  amordazada.

Perdidos por la ausencia de todo lo que fuimos,
sueños, danzas, alegrías de esquinas esfumadas
por nuestra incompetencia, y ceguera auto-impuesta
que nos desorientó por los siglos de los siglos;
amén los desalmados e inservibles al cielo, y a su plan infinito
porque para escapar harán falta puños y gritos.

Buscando someternos todo lo intentarían, eso no hay que dudarlo;
muertes, cepos, neuronas abrasadas por voltios reaccionarios
que anularon derechos o empujaron al fétido estrecho, 
oscuras primaveras, fallidos embarques que todo lo sesgó,
incluyendo a pequeños que nunca se enteraron
que su almas, vagarían eternamente por la avenida del puerto.

Qué hacer para encauzarlo, cómo lograr un golpe de timón
que finiquite lo merecidamente conseguido,
recuperar el ron, las bocas pretenciosas sin complejos de lengua,
la conga liberada de pasos predecibles por mascaradas huecas;
al Bola, silenciado por una histeria homófoba, al "azúcar" de Celia,
y embarcar a Jossif a su isba con su vodka y carnet, sin pasaje de vuelta.

Llenemos nuestras copas del vinagre que exime,
mostremos el costado a una lanza que solo nos impide
el paso doloroso, pero definitivo a un tiempo de brisas y soles,
bajemos de la cruz, dejémonos las manos, piernas, y un lastre secular;
conservemos el alma exculpada que ampara el sacrificio,
que de cuentos y miedos, al menos de momento no empiedra el paraíso.



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