Amor del bueno.

Si en algo te merezco es porque te busque desde siempre, desde antes que existieras,
así que cuando Marzo te dejó frente a mí con tus ojos café, mi escuálido miocardio sucumbió; y como el nazareo, convertida en mi Dalila caribeña de risa abierta,
si tuve tiempos de cabelleras largas fue porque descuidaste las tijeras,
sabiendo que de haberme podado, jamás hubiese encontrado solo tú madriguera.

Cuándo pasé a tú lado aquella noche de trova edulcorada supe que serías mía,
estabas tan radiante y distraía que no viste que yo, al lado de una dama de un día
no pude resistirme a unos flecos dorados de falso pedigree pero efecto infalible,
buscando el placer, no advertí que era amor la cosquilla; me ignoraste, pues estaba en los huesos, y tú mejor que yo al menos a mis ojos de flechado indefenso.

Hoy ya hace media vida de ardua caminata, de risas, goces, llantos;
la vida en pentagrama de una partitura no ensayada, una montaña rusa emocional
al borde de la playa, que llegará al final o saltará del riel; no lo sé,
porque con tantas curvas, y un conductor de pena a los mandos de un tiempo de gaitas
que te conserve hoy, ha supuesto una lid apta para homéricas semblanzas.

Irascible, impaciente e intolerante, que aguante has tenido para soportarme;
cómo es que lo has logrado?, acaso mi razón estuvo cierta, eras un ángel que el tiempo y mis tropiezos convirtieron en “alguien” más de carne y de huesos,
a quien amé y adoro como nunca antes, pues si existió un tiempo en el que fui uno más,
para mí fuiste única desde que frente a mí me hablaste con cierto atrevimiento.

Si hoy no me quisieras te juro entendería, no es justo que alguien como tú
pueda encadenarse a alguien como yo; que no te importe el mundo,
yo que soy el que siempre ha querido y te quiero, te libero de mí,
si puedes vuela lejos en busca de tus sueños que tanto has deseado,
yo velaré tú vuelo, rogando porque encuentres acaso, el amor que te he dado.

Que no te vas?, aleluya por siempre Señor!; me has descubierto,
has encontrado al hombre tras las capas de fuerza que me he dado para disimular,
para sortear las pruebas, y que te han protegido frente al viento, la lluvia o las mareas;
ahora que me ves como te he visto se que caminaremos directo a un paraíso
de sueños, danzas, sexo, y risas de otros niños que rodearan la casa porque así estaba escrito.

Y es que el amor es eso, tú, yo, Él; un parque, un beso, un sí comprometido;
el resto es más difícil, pero la recompensa que espera al superar erupciones o sismos,
es solo privilegio de almas en cuarentena que pasados los sustos, liberadas y plenas
salen volando al éter, limpias de toda mácula porque han sabido a ciegas
encontrar el amor, que guardan las avispas en su nido de arena.


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