Soviet.

En tu tundra esteparia no me  hubieses pensado,
estaba yo muy lejos y tú no habías cruzado los dominios de Pedro,
pero viste en Rosario a un mequetrefe andante con ínfulas de médico y sed de Vlad converso,
que te abrió una rendija a mi sol antillano,
y jugaste tus cartas esperando que un loco no viese más salida para su plan perverso,
y así fue que acertastes, a lo ruso,
apresando mi órbita y mi universo.

Un onírico ególatra permitió que tu piel de boreal aspecto,
y tus ojos rebeldes a la luz del albedrío
se adueñasen de un sol renegado en inicio a torrarte,
pero quién se resiste a Don crudo azufrado pestilente y espeso,
hoy un motor delirante prefieren antes que una prosa o un verso,
y comprobando que al cielo apuntaban misiles,
claudicó pactando tu moreno terapéutico.

Alarmas encendidas por Jack el rojo que a Peter Panes destripa y enlata,
error el nuestro en confundir con niños pátria,
y agitar banderas aunque luego en el suelo quedasen tiradas,
profanar una plaza enmudecida de rabia por saberse abusada,
tanques, cohetes, olor a muerte de fusiles AK donde antes hubo bailes y danzas,
tú pasastes a mi lado con marcial desempeño, yo al verte me reí de tu hoz y tu martillo,
no lo hice porque sí, solo fue mi ignorancia de iluso caribeño.

Construí tus barriadas, tus bases, tus imperiales sueños
a cambio de coloreadas cuentas de cristal y ser tu siervo parece que fue en vano,
pues me diste de Moscú Novedades que nunca confirmaste,
y a pinos en Siberia que ni tú con ushanka te atrevías a enfrentar,
pero pintaste un sol encima de un abeto congelado y me embarcaste,
y llegué a tu gulag como en tiempos de Beria
solo que mi petate era un sombrero de guano.

Me trajiste manzanas prisioneras en pomos taponados con letras ilegibles,
que mi hambre cuestionaba solo si no se abrían,
películas horrendas venerando la sangre, bailes incomprendidos para mis pies descalzos,
y libros traducidos presumo equivocados,
porque no logro ver a un mundo de canastos repletos sin esfuerzo,
o un confort alienado caminando sin prisas
ni un edén novedoso cantando el "Ploretarios".

Maestros de eslavo varados no más abandonaste a tu isba antillana
una tarde cualquiera como mismo viniste,
te llevaste a Katiuska, a Matriuska... a tu madre,
nos dejaste sin nicho un Marx crucificado,
y a tu perro encadenado lanzando rabiosas dentelladas,
solo no perdonarte por callar, porque allá donde el vodka es venerado,
brindaban con Champan, con Terry, con dólares de un muro liberado.

Te juro, no te extraño, banderas, bocas, risas, labios, niet!,
cuanto hablar para nada tanto sudor  sangre, y tiempo despeñado,
para que al fin de todo de una fiel caminata me dejases tirado,
junto a Marx, la balaika y con una verguenza de puta declarada,
que sabe que sus actos la llevaran acaso al lodazal infame o peor, al infierno
o al agujero negro de historias malogradas, todavía hay algunos que lloran tu ausencia,
yo, solo atisbo a decir: Dasvidanea!.

Comentarios

Publicar un comentario

Opine usted aquí; libre, y respetuosamente.

Entradas populares