Capuchón.

El hombre se ha dado para pasar el tiempo mientras es llamado ante su creador disímiles entretenimientos, unos más sanos que otros. Así, y cumplimentando el adagio que dice que el mundo para que sea mundo debe tenerlo todo, aparecieron todo tipo de distracciones de colores y sabores diferentes, que para eso somos la especie más creativa de la tierra. Yo las he tenido de muchos tipos según la edad a la que me retrotraigan en este ejercicio de memoria; de las preferidas la primera de todas: leer; luego fueron muchas unas por devoción otras por obligación como la de artesano en mis últimos años en Cuba a la que llegué a cogerle cariño.

Ya en términos más generales las hay de todo tipo casi siempre relacionadas con actividades deportivas o de superación aunque en el universo del coleccionismo haya hasta quien coleccione pelusas de ombligo; mundialmente hablando el fútbol de afición o el golf como etiqueta de lo que debe ser un buen snob, son de las más populares. A mí hay una que es propia de jeques árabes, y millonarios excéntricos, amén de otras hierbas, que nunca me ha gustado: la cetrería.

El halcón peregrino, considerado el animal más rápido del mundo, puede alcanzar una velocidad de más de 250 kilómetros por hora al perseguir una presa a la que suele atrapar al vuelo y en picada. Desde hace siglos el hombre lo usa para la caza de otras presas; su método de entrenamiento y domesticación es bastante simple: lo crías desde pequeño con los ojos vendados, y solamente le quitas el antifaz para atado al inicio ir a por la comida que le pongas, y luego hacerlo regresar primero a la fuerza, luego ya será cuestión de hábito.

Considero humillante para un ave como el halcón ser prisionera por comida; alguien capaz de desplazarse en vuelo a distancias kilométricas encerrada en un radio de unos metros para complacencia de su captor. Algo parecido sucedió con los cubanos; castrolandia llegaría con la cancioncilla de la educación para todos, y efectivamente nadie en este mundo, - me incluyo-,  incluso tratándose de un sistema al que aborrezco, se atrevería a decir que no hemos recibido instrucción, ya sé que ideologizada pero al fin y al cabo instrucción; lo de la educación es cuestionable aunque muchos han sido "educados" también o como yo prefiero llamarles, domesticados - ahí si que no me incluyo-.

Y luego de llenar el país de médicos e ingenieros amén de otras muchas especialidades de nivel técnico y universitario, nos pidió que por habernos "hecho", teníamos que renunciar a nuestra conciencia si aquella entraba en contradicción con la ideología comunista. Como dice el refrán, compraron pescado y le cogieron miedo a los ojos; y es que por mucho que nos hicieron repetir aquello de pioneros por el comunismo..., nada más crecer un poco, y muchos advertimos que parecerse a aquel adefesio no era buena idea.

Los cubanos alcanzaríamos una de las cuotas más altas de la región en términos de parámetros educativos sin que nadie dijese a continuación que aquello era peor que el analfabetismo; porque no habrá nada peor para un esclavo que la conciencia de su condición. Dice la Biblia que es la palabra de Dios, que mientras más se sabe, más se sufre; esto es normal teniendo en cuenta que la conciencia, el atributo del ser humano que lo diferencia de un halcón, es imposible de acallar cuando se quiere alguien cuestionar algo como por ejemplo, un capuchón.

Según estos zarrapastrosos castristas, somos "gusanos" porque hemos desertado de su ideología aberrante que nos pedía ponernos una venda para solo levantar la cabeza o volar cuándo y hasta dónde nos lo permitieran; son unos sociópatas que han manipulado a cuantos se los han permitido para mostrarlos como lo que realmente es la población cubana de hoy: un mono de feria.

Todo este despropósito acabará el día que entendamos que somos hombres libres en la medida que podemos elegir, en la medida que podamos enfrentarnos al verdugo y gritarle a todo pulmón: ponle el capuchón a tu p... madre! 





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