Cubano. 4
Manual para recuperar la ciudadanía.
Capítulo 4. La libertad.
El ser humano según la definición teológica es libre
por naturaleza, y aunque occidente es un lugar de raíces judeo-cristianas,
alcanzar la libertad ha supuesto altas cuotas de sangre desde siempre. Y aunque
en 1789 se proclamaron los derechos universales, hoy existen en el mundo
millones de personas privadas de sus libertades.
Cuba es un país donde la libertad ha sido catalogada y
administrada por la porción minoritaria de quienes de cara a la sociedad de
personas se autotilulan sus libertadores, mientras hablándoles en su nombre les
secuestran su libertad individual.
No existe más libertad que la que asume un individuo
con responsabilidad frente a la sociedad donde está insertado. Y si la libertad
individual es la base de la felicidad y la prosperidad de las naciones, los
límites a esa libertad impuestos por una mayoría social son los que determinan
cuánta cuota de bienestar quiere asumirse.
Pero en Cuba, los límites que ha impuesto esa porción
minúscula que rige los destinos de todos, son unos límites indecentes. Por qué
la comodidad y la prosperidad solo alcanza a ese pequeño grupo sin límites a la
hora de disfrutar de sus libertades, mientras a la sociedad de personas en su
conjunto se le restringen los límites en su propio nombre? Cómo puede una
mayoría de la sociedad negarse a ser feliz y próspera, y que sea una minoría
quien desde las antípodas de su desesperada situación, le confirme que así lo
han decidido?
En Cuba la situación que constituye la madre de todas
las situaciones de desesperación, miseria social y económica de los cubanos,
está en el hecho de que la sociedad de personas en Cuba carece de libertad
individual.
Pero, reconocerse libre no es algo que dependa de un
poder público o un régimen totalitario. El reconocimiento de esa libertad
individual nace desde la conciencia y es asumida, cuando nos reconocemos como
individuos únicos, inviolables en nuestra dignidad personal y esenciales en
medio de una sociedad que necesita de nuestra acción particular, para alcanzar
cuotas de felicidad social.
Solo ejercitando y defendiendo nuestra libertad, solo
si nos sabemos libres por naturaleza, comprenderemos el valor de esta. Saberla
intransferible debe llevarnos en la medida en que nos empeñemos en ejercitarla,
a estar en capacidad para defenderla ante quienes nos han secuestrado nuestra
humanidad y despojado de nuestros derechos.
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