Una vez de rojo...

De todos los refranes aprendidos de mi madre, este es uno de los que con frecuencia he recordado en muchas de las pruebas que he tenido que enfrentar a lo largo de mi vida. Cuando todavía en Cuba, llegaba con la noticia de que me había dado baja del sindicato; o cuando me encontraba escuchando a Marisela a todo tren, en un barrio de militantes y policías; o la de veces que intentó que fuese a votar a las "selecciones"... ; confieso que siempre he intentado no contradecirla, pero en términos políticos cuando necesitaba terminar a mi favor con sus reclamos naturales de madre angustiada, le devolvía su pelota: mami, es mejor vestirse de rojo una vez.... Traigo esta anécdota personal para intentar lograr comprensión en cuanto a los porqués de esta, y otras publicaciones donde abordo reiteradamente el asunto de Cuba, sus dolores, y sus remedios.

Por ello no puedo dejar pasar por alto, algo que me duele;  tanto como el desgobierno castrista, y todo el daño que hacen; o como la tristeza de imaginar a los hijos de esos valientes encarcelados, cuando en la noche callados se preguntan cuándo vendrá su papá. Para mi, no hay nada tan doloroso como el silencio; pero no cualquiera, solo los silencios cómplices, esos que están prolongando el estado de cosas que hace mucho padecemos los cubanos, dentro y fuera.

Silencio cómplice, como el de los cubanos de a pie, esos a los que, frente a reclamos para que colaboren siempre te dicen, "no vas a lograr nada tú solo", sin entender que en la invitación está implícita la solidaridad del otro, y la solución a sus miserias.

Para silencio molesto, el de los torturadores de prisiones y estaciones de policía, que justificándose en que su trabajo está condicionado por "ordenes de arriba", no tengan un mínimo de humanidad y dignidad, como para morirse de hambre, o delinquir si es necesario, antes que maltratar inocentes, y sostener a quienes los han condenado a ellos también.

De silencios saben los empresarios extranjeros, que por pura codicia, llevan consintiendo la explotación de trabajadores a los que no pagan el dinero ganado, y  entregándolo  con ojos cerrados al esclavista, lo han arropado todos estos años, permitiéndole sobrevivir en su indecencia colaborando así con el sufrimiento de un pueblo entero.

Duro silencio es el de los presos, anulados como seres humanos por pensar, por desear algo mejor para sus hijos cosa normal en cualquier parte del mundo, porque es humano desear prosperidad y libertad; y aun peor el silencio de sus hijos por temor al escarnio.

Doloroso es el silencio de los muertos de  todos estos años; donde, y por respeto a la memoria de todos ellos, deberíamos encontrar motivación para exigir, para encontrar la manera de terminar con el castrismo.

Imposible de aceptar, el silencio de los grupos opositores al reclamo de unidad que se demanda, condición indispensable a la solución de una causa que no es propiedad de nadie, que a todos afecta, y donde no caben egolatrías ni aspirantes a  reconocimientos per se.

Y el peor de todos los silencios; el de los de aquí y de allá que han mercantilizado la causa de Cuba, que han encontrado en el dolor de muchos, un modo acomodaticio de vida, dentro y fuera, en complicidad manifiesta para no rectificar, para no abandonar caminos personalistas, rechazar proyectos fracasados, renunciar a liderazgos estériles; y encima, dolor imposible por tener que verlos lucrar con elllo, y auto proclamarse patriotas, en vez de que prudentemente, se quedaran en silencio.

Mientras no seamos libres , el único silencio aceptable, es el de quienes callen su voz en favor de la voz de Cuba.

Siento si no gusta a algunos, pero ya sabéis: mejor una vez rojo que ciento amarillo.















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