Como un ariete.

Por estos se suceden noticias sobre la permanencia o no de Castro; hasta cúando? febrero, acaso marzo?... Me ha hecho recordar mis tiempos en que siendo niño no había gracia que más me molestase, - más incluso que me llamasen cabezón-, a que me preguntasen aquello de: quieres que te haga el cuento de la buena pipa? porque claro, si decías que sí o que no, estabas en las mismas.

Opiniones hay,  para llenar caudales amazónicos; que si se va, que si no, que si viene aquel, o que el nieto del más acá, o el pariente del más allá... . Confieso que me asquea que después de más de sesenta años, continuémonos centrándonos en los Castros, y sus historias miserables de poder estilo telenovela brasileña, cuando lo que deberíamos es centrarnos en encontrar un camino común, a tantos atajos por los que hoy deambulan muchos de los nuestros.

Resulta patético ver a profesionales que hasta ayer militaron en el partido comunista, y que se escaparon a través de misiones, pedirle ahora a quien fue su mentor hasta el otro día, que les permita viajar a Cuba a ver a sus familias porque ellos tienen "derechos"; no se dan cuenta estos patricios, que hay una historia de exilio, dolor, y separaciones familiares detrás de esta fiesta a la que ellos se acaban de sumar.

Por desgracia, el cubano de hoy está frente al castrismo como María tifoidea, ajena a su enfermedad e inocente frente al contagio a terceros; como el enterrador ante el dolor de sus clientes, son incapaces de derramar una lagrima... por ellos mismos. Llegan incluso desde una posición honesta y contestataria, a exigirle; acusan al castrismo porque los han engañado, sin ser capaces de ver que si están ahora frustrados, es porque en algún momento anterior esperaron algo del tirano, y que lo primero que tienen que hacer, no es más que convertirse a la luz, para poder entender, para poder reclamar con conciencia.

Se hace necesaria una conversión que solo llegará desde el virtuosismo de los opositores, la unidad en sus reclamos, y una actitud monolitica del exilio que nos permita cual ariete, penetrar las defensas de un castillo que si hoy no se cae ya a pedazos, es por nuestra incompetencia para abordarlo, y no es que seamos torpes, es que somos necios.

Porque la batalla por la libertad no se gana con escaramuzas, con ataques preventivos ni capitulaciones disfrazadas de reclamos, sino con el empuje de todas las fuerzas vivas a una, sin atajos, sin más nombre que el de Libertad.

Pregúntese en su interior cada cubano honesto que es lo que desearía para Cuba.

Si al buscar la respuesta le ha venido un proyecto, un nombre, unas siglas; entonces es usted de otro más de los que sin quererlo, cooperan con el proyecto más abyecto, el que nos ha tenido divididos, y enfrentados para prevalecer por encima de todos.

Pero si le ha venido a usted la liberación de Cuba y la alegría de sus gentes, sin más rostro que el de nuestros padres fundadores, o el de una palma y un guajiro en su bohío, entonces estás en el camino. En ese caso persevera, aúna, seduce.

Y alumbrará una estrella.






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