Siglo robado.

Desde que alumbrase aquel sol del 20 de Mayo de 1902, y a pesar de estar tutelados por aquel entonces en nuestros primeros pasos como República, los cubanos intuimos que algo grande nos había caído entre manos. No podía ser de otra manera, después de 3 guerras, y sacrificios como el de Carlos Manuel, Ignacio, Maceo, Martí, y tantos miles de héroes anónimos, teníamos la oportunidad de llevar a la última de las repúblicas a buen puerto.

Y sin mucho oficio, con alegría y desenfado nos pusimos a ello, durante medio siglo,- por mucha historia inabsolvible que se ha intentado vender desde el castrismo para justificar el secuestro de un país por parte de una banda de criminales-, los cubanos entre surcos, y ruedas de ingenios azucareros; entre gramolas, y burdeles de domingo, nos lanzamos a construir un país nuevo, que arruinado por la guerra pronto comenzaría a levantarse por el tesón de sus gentes. Mucho ayudaron dos guerras mundiales que sirvieron para que hasta la llegada del asesino de Rosario al Banco Nacional de Cuba, el Peso cubano fuese garantizado íntegramente con oro, y junto a la libra esterlina, pudiese mostrarse orgulloso frente al dólar.

Fueron sus gentes, nuestra capacidad de reír y cautivar lo que nos hizo la Atlántida para muchos, que miraban a Cuba como el lugar donde amarrar sus barcas, y vinieron muchísimos a los que jovialmente acogimos en una tierra que bastaba para todos, y no solo eso, que sobraba para muchos más.

Así, llegaríamos a la mitad del siglo XX con unos estándares que emulaban en nuestra hispano-américa. A desagradecidos que solo ven las manchas en el sol, los invito a revisar los estándares regionales de aquellos tiempos, y compararlos. Por ejemplificar, y debido a presiones de un formato que no me permite extenderme, diré que cuando se apropiaron de CMQ, ya estaba la tecnología de la televisión a color lista para ser instalada, no les fue suficiente, llegaríamos a tenerla en la década del ochenta unos treinta años después, y honestamente, por mí pudo haber esperado, total siempre detesté el verde-olivo.

Cambiarían la moneda un fin de semana, dejando solamente doscientos pesos de los nuevos en cuentas corrientes, daba igual la licitud o no del dinero que tuvieses; luego aprendimos que el comunismo tiene como misión fundamental empobrecer para crear la dependencia obligada, y así establecer la sumisión por supervivencia; no tardaríamos mucho en comprender no por erudición sino por afectación, que era aquella economía política del socialismo.

Pero no sería la moneda el cambio más trascendental en aquel proceso. La creación del hombre nuevo llegaría a los barrios, a la familia, al individuo, a su conciencia individual; entonces asumimos la mascarada, pero no de carnaval, sino la de nuestras rutinas; nos la pusimos frente al verdugo, a nuestros vecinos, nuestros familiares, nuestros hijos, incluso ante nosotros mismos.

Perdimos nuestro 20 de Mayo, nuestro Peso Cubano, dejamos de ser émulos, de ser libres; y entonces se nos desdibujaron Carlos Manuel, Ignacio, Maceo, porque los confundimos con barbudos de la sierra de ojos rojos, y traje verde-olivo ...  ese día nos perdimos todos. Y fuimos expulsados del paraíso.


Hasta hoy que seguimos intentando recuperarlo... o no?





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