Expiación cubana.

Puede tener un prólogo el dolor?. Cómo lograr trasmitir cercanía en la distancia?.

Hoy están golpeando a cubanos en Cuba, y están muriendo compatriotas dignos, y no hablo de la dignidad comprada que resulta en pompa artificiosa, sino la dignidad de quien con su libertad o su vida, planta cara a la bestia castrista; y es lo más doloroso, el lamento de los humildes, de ahí estas letras, nacidas de la impotencia y la pena.

Hay días de esos en que el sol no brilla,
cuando nubes grises se arremolinan, y de dentro
te llegan avisos de angustias que creías enterradas.

No debimos entregarnos, no teníamos que alzar sin más las armas, las voces contra nuestros propios hermanos por cánticos de justicia que traían disfrazada a la muerte y la exclusión de aquellos que se negaron a comulgar con la indignidad; lo hicimos, y allí, entregamos nuestros destinos, preferimos adorar becerros que seguir la travesía.

Entonces sabes que ha llegado el tiempo...de cosechas amargas
que no abrieron al sol porque entonces,
cambiamos por la ruleta la azada.

Y llevamos ya más de medio siglo perdidos, recogiendo los lodos que son el resultado de aquellos polvos que nos negamos a reconocer, y duele vernos, entre otros libres, condenados, encadenados en la tierra de tantos valientes que un día nos marcaron el camino, como intuyendo, como sabiendo de dolores rancios.

No hay opción, toca seguir refunfuñes o suspires,
aunque arrastres el alma,
y alcanzar la puerta te parezca el Gólgota.

Pero lamentarnos no traerá la alegría a nuestros hermanos, incluso aunque gritásemos a los cuatro vientos sus dolores y sufrimientos; porque alumbrar pueblos libres y prósperos es tarea hercúlea y propia de quienes estén dispuestos al compromiso y a la renuncia, y el tiempo es implacable con unos y otros.

Es lo que tiene Minerva, que se esconde aunque escudriñes,
y al ver solo queda recoger rastrojos de algo irreconocible
hay días así, los llaman... tristes.

Pero la tristeza es valida solo porque nos humaniza, luego toca seguir. No hay más opción que la esperanza.

Hay días de esos en que el sol no brilla,
cuando nubes grises se arremolinan, y de dentro
te llegan avisos de angustias que creías enterradas.

Entonces sabes que ha llegado el tiempo...de cosechas amargas
que no abrieron al sol porque entonces,
cambiamos por la ruleta la azada.

No hay opción, toca seguir refunfuñes o suspires,
aunque arrastres el alma, 
y alcanzar la puerta te parezca el Gólgota.

Es lo que tiene Minerva, que se esconde aunque escudriñes,
y al ver solo queda recoger rastrojos de algo irreconocible
hay días así, los llaman... tristes.



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