Rutinas.

Lunes

Se despertó con la resaca del día anterior, recibido por el café de siempre que solo una azúcar parda disimula; no hay más, el trozo de pan que le corresponde no llega hasta la tarde y total, será para sus hijos así que, la renuncia anticipada y asumida desde siempre, no afecta su hambre espartana. Le esperan unos kilómetros de bicicleta bajo el sol hasta que logre soltar la carga familiar , sabe de antemano que cuando complete su primera misión del día, estará in-disponible para comenzar la segunda, una jornada laboral que obligadamente asume, no solo porque necesita un salario, sino porque es la única forma de sustraer lo que luego servirá para el sustento, o el contrabando necesario, porque resolver no es una opción, al fin y al cabo, cuando hay hambre no hay tiempo para filosofar, para darse cuenta que estás robando; y  eso, dicen que es malo.

Pasa de la jornada entre cuentos, y asentimientos a lo que viene de arriba, poco importan la productividad o la bandeja a mediodía en el comedor, hay que disimular, ponerse de perfil o como dicen todos, "ponerse la careta" para lograr el objetivo, hoy son unas libras de arroz y laterío del almacen porque es principios de mes y hay que aprovechar; por eso no le ha molestado tener que firmar su compromiso a eso de asistir este viernes a la plaza, considera su botin la recompensa a tanto aguante, no sabrán sus hijos nunca el sacrificio que tiene que hacer, pero hay que hacerlo es lo que tiene ser cabeza de familia. Han llegado las cinco, apresurándose a marcar la tarjeta no se da cuenta que se le ha pinchado la bicicleta, maldice a un Dios que desconoce pero es su hábito, total, desconocer se ha vuelto una manera inconsciente de poder deglutir su realidad cotidiana, desconocer es una manera cómoda de anestesiar su conciencia, así que repara el pinchazo y a pedalear.
 

Llega a casa, no sin antes haber husmeado el vecindario para ver que se mueve, hay que estar a lo que hay que estar, y los socios no entenderían que considere a un estomago estresado y hambriento tan importante, como para rechazar un trago, total, todo está hecho y mal, así que una raya de más que más da, aunque esa raya moleste a su pareja; pero, qué hacer frente al "qué dirán"?.

Es la hora de comer, se sientan a la mesa a compartir el pan, o mejor, a distribuirlo porque compartir es un verbo que no encaja ni en el credo ideológico aprendido, ni en el concepto de supervivencia, y  acostumbrados a ello, comen rápido, con la esperanza que lo que está racionado al milímetro, no sea perturbado por un vecino inoportuno, o por un familiar inesperado.

Acostarse, la mejor parte del día, es el momento de no pensar lo no pensado; del silencio de la radio, y la televisión; es momento del amor obligado, porque a pesar de la bicicleta infausta, del hambre, de la frustración, siempre hay tiempo para el sexo, con amor o sin él, que más da cuando se trata de cerrar el día, que más da cuando se trata de asideros, cuando se trata de escapar.


Ahora a dormir con el convencimiento que mañana puede ser mejor, porque no puede ser peor, o sí?... sabrá Dios.



Pero al despertar el Martes...

la misma resaca
el mismo café, 
la misma bicicleta  
el mismo sol
la misma hambre
el mismo salario
la misma careta
el mismo alcohol
la misma pausa
el mismo sexo
el mismo dios

Y esto hasta cúando?... Dónde estás?... Dios.










 

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