De contabilidad y otros demonios.

Si repasamos las redes sociales con relación al tema de los derechos y las libertades en Cuba, cada día noticias de disidentes de cualquier signo u organización reprimidos, encarcelados, desaparecidos, copan de manera casi mono-temática las publicaciones; llega a parecer como un manto penitente que todo lo cubre. Y así un día, otro, y otro... es lo que tienen las dictaduras.

Resulta lacerante ver los videos subidos a la red, te invade una sensación de frustración, de impotencia, de no poder estar ahí para sumar, para convencer, y esto lo hace doblemente doloroso. Si miramos las imágenes de protesta ciudadana, casi siempre de unos bravos cuyo mayor mérito resulta el hecho en sí de protestar - y por lo cual habríamos de encumbrarlos en el hall de la fama de los buenos-, detengámonos, y solo porque la causa de la libertad lo merece, ahondar en el hecho con el ánimo de comprender, de entender y buscar para apartar el lunar que ensombrece.

El patrón puede variar un poco, aunque - y a excepción de las Damas de Blanco -, se repite sistemáticamente la protesta que tiene siempre un eje central: denunciar desde la confrontación.

Así vemos en el mensaje que se transmiten eslóganes como "abajo el comunismo", "asesinos", "abajo la dictadura". Se ve a un disidente o a varios de ellos frente a las fuerzas represoras del régimen que esperan la voz de su amo para reprimir, mientras aquellos bravos se desgañitan en una actitud casi heroica y algunos curiosos, apáticos, o sencillamente indolentes convecinos o transeúntes observan con la curiosidad de quien espera solo para ver el desenlace; que por otra parte ya es sabido: otro reprimido, encarcelado y/o violado en sus más elementales derechos ciudadanos.

No seré yo quien disienta de eslóganes. No existe vocabulario peyorativo que pueda describir lo que ha significado la dictadura para los cubanos. Ahora bien, junto al concepto conspirativo en la actitud de la disidencia, este es otro aspecto en que, se debería rectificar la estrategia porque han caído en la trampa castrista: la del enfrentamiento como eje central de la lucha por la libertad.

Nuestra causa, solo será cierta desde la virtud de quienes denuncian, por la comunión de quienes la defienden, y el convencimiento de quienes la evitan. No se trata de confrontar, que sí, con quien es un vasallo sin alma que reprime por haber vendido aquella; se trata de convencer la utilidad de la virtud a quienes viven sin decoro y sin conciencia. No deberíamos desgastar las energías en denunciar tanto como en educar, en educarnos. Porque nuestro talón de Aquiles es en este caso, es el mensaje viril pero muchas veces estéril de nuestros hermanos, y si es verdad que nuestro enemigo es la tiranía, nuestro adversario y prioridad es la indiferencia del cubano, su reticencia a despertar, y que es el único capaz de conseguir la libertad de Cuba.

No podemos seguir ejerciendo una denuncia contable de reprimidos y encarcelados; y creernos que en algún momento la tiranía caerá por su indecente proceder. Llevan años reprimiendo y no les importa; ni ninguna potencia extranjera hará nada para revertir en verdad la situación. Denunciar sí, pero formar más, y educar mejor. Porque la clave de esos bravos es ser levadura y no querer ser masa; porque los destinos de las naciones los determinan los pueblos y no los individuos o los grupos.

A por la virtud salvadora.





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