Cuba, una luz al final del túnel.

Es frecuente aquí en España, -mucho más en estos tiempos de COVID y crisis financiera-, escuchar esta expresión en boca de políticos que intentando vendernos lo invendible, intentan hacer su trabajo con mejor o peor acierto siempre confiando en que lo que venden sea tenido en cuenta en las próximas elecciones. Y es que aquí entre el repunte de casos, el paro subiendo y la confianza del consumidor por los suelos, los del gobierno del Señor Sanchez-Iglesias están por asignar catalejos a los españoles para que nos contagiemos de su vacuo optimismo. Pero no todo es malo en España, los jamones siguen vendiéndose y el aceite de oliva dado su precio a la baja, lo estoy comprando por garrafas. Así las cosas, creo que van a tener un poco de razón quienes nos dicen eso de que hay una luz, -europea seguro-, al final del túnel, porque la crisis del 2010 la pasé con aceite de girasol. 

Y a qué vendrá esta sarta de pensamientos colesterolados, se preguntarán mis queridos lectores? Ah, es porque hoy he hablado con mis familiares en Cuba y claro, la cosa como diría la abuela (EPD) está: "negra y con pespuntes grises". Uno de ellos casi octogenario con una cervical destruída, reserva "un paracetamol para la hora de acostarse" y así poder estirarlos mientras a otro su medicación para el corazón en falta total, lo tiene con un pie aquí y otro allá. Está otro tomando pastillas para el colesterol y mantener la sangre bajo control que no las encuentra ni con un espiritista. Resulta curioso que el común denominador en todos, era el cómo estaba la cosa aquí porque segun ellos "las noticias sobre España no son buenas". Yo los tranquilicé explicándoles sin entrar en detalles, que aquí los males duran un máximo de 2 legislaturas y como se que no usan redes sociales, les evité el que supiesen que en twitter ví una receta médica de "tisana de hojas de guayaba", que me retrotrajo a 1989 cuando en el batey Santa Marta de Santa Cruz del Sur intentábamos suplir carencias imposibles que llevaron al Dr Luis Fidel García, -un enajenado que poco después en un arranque de locura se puso una soga al cuello terminando con su vida-, a casi exhumar un cadáver en busca de un marcapasos que creyó poder traspasar a uno de sus pacientes.

En el castrocomunismo cada día dan un paso seguro y cierto... hacia atrás. Desde que intervinieron la economía y las libertades de los cubanos, solo han hecho dos cosas: vender humo y caminar como el cangrejo. Hoy el desgobierno con Díaz Canel al frente, mientras va echándole la culpa de todos sus problemas al embargo financiero norteamericano y ordenando a los médicos que le digan a la población que hay que tomar pocas pastillas, -como si de cuadritos de pollo estuviésemos hablando-, no tiene nada que ofrecer al pueblo cubano más allá del humo y las soflamas que vierten en las RRSS. Y si no me creen, miren frente a esta realidad que os traigo de primera mano, un extracto de lo que dice BioFarma Cuba, la empresa encargada de suministrar los medicamentos: "se ejecuta un programa inversionista, que se ha estado cumpliendo y creciendo en los últimos años, enfocado en incrementar nuestras capacidades productivas". Puro humo.

Yo sí que puedo decirles a los cubanos que ya vi la luz al final del túnel. Resulta que mientras conversaba sobre sus problemas con uno de mis familiares que reside en un reparto "residencial" de Camagüey me dice: ah, espera mira, he visto pasar una vaca.

Entonces eureka! Se ha hecho la luz en mi cabeza en perpétua carrera por encontrarle salida a la vida de pesadillas que un día nos impuso la egolatría de un esquizofrénico. Entonces lo ví todo claro, por un momento en una ráfaga asociativa de ideas se hizo la luz y recordando los ya muchos años de caminar en reversa y que hoy no solo sin comida ni dinero, sino ya sin medicinas de carácter esencial para garantizar aunque sea un cuerpo maltrecho y con una vaca paseando por una calle urbana les dije: estén atentos, en cuanto vean pasar a unos indios con flechas y taparrabos perseguidos por otros con arcabuces... se acabó, llegamos al fin de esta historia.

Y ya sé que alguno pueda pensar que igualmente estoy vendiendo humo, pero que voy a hacer si llevamos desde tiempos de mi abuelo escuchando a unos decir "patria o muerte venceremos" y a los otros diciendo, "aquello le quedan unos meses". Como la esperanza es lo último que se pierde quiero creer que esta vez sí acertaremos los que vaticinamos el final de esta aberración. A mi juicio, solo necesitamos empujar un poco entre todos para llegar al final del despropósito aunque tengamos que re-comenzar ataviados de flechas y taparabos. Creo que eso sería mucho mejor, que seguir esta danza de embustes y destrucción en la que ya llevamos sesenta y un años. Eso o seguir sedientos tragando en seco, mientras contemplamos el espejismo castrocomunista.

Y guambán.



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