César no hay más que uno!

Hace unas semanas el exilio cubano del sur de la Florida junto a organizaciones religiosas y personas de buena voluntad ante el estado de miseria y falta de cualquier producto de primera necesidad en Cuba, -por supuesto gracias a 61 años de desgobierno castrocomunista que hoy en estado de descomposición es incapaz de satisfacer las necesidades del pueblo cubano-, enviaron unos contenedores con ayuda humanitaria que después de tres semanas retenido, a pesar del escándalo y la cara dura con la que el PCC va dando argumentos con la boca pequeña, todavía no ha sido autorizada a repartirse a pesar que más de 15 mil familias la han solicitado formalmente.

Siempre he sostenido que el comunismo se cae en el momento en que lo enfrentas a sus propias contradicciones. Hoy, este ejemplo de la ayuda humanitaria choca de frente con un concepto básico del poder comunista: la dependencia.

Desde tiempos de Césares se sabe que si tiras unas hogazas de pan al populacho y rocías las calles con vino y festejos, los pueblos mantienen una especie de sugestión de cara a sus gobernantes. Esto del populismo es tan viejo como Matusalen y aún así, el comunismo lo perfeccionó porque añadió el control estatal absoluto sobre los medios y las fuerzas productivas. En democracia existe igualmente bajo el seudónimo de "clientelismo político", lo que pasa es que aquí aunque el mal dure casi cuarenta años, -como el caso de Andalucía-, al final la democracia es capaz de reciclarlo.

Los cubanos desde hace demasiado tiempo y gracias a una cosa conocida como cartilla de racionamiento, asumieron que "todos éramos iguales" y que "la revolución" generosa se encargaba de repartir por igual para todos, -miseria para muchos, prebendas para pocos-. Eso fue así mientras fuimos unos mantenidos de los soviets, luego llegó la crisis del 90 y ya no fuimos tan iguales, aunque se mantuvo la dichosa libretilla como símbolo del buenismo estatal para con sus mantenidos. Con el tiempo y el agravamiento de la ecuación insoluble vino un cambio, entonces los mantenidos comenzaron a ser de dos bandos diferentes y bien diferenciados: los mantenidos estatales y los mantenidos por la gusanera de Miami.

A pesar de ello todavía seguían los cubanos sonrientes porque el castrocomunismo nos ha quitado la dignidad y hasta la vergüenza, pero la risa vacua y el choteo simplón que nos hace salir a la calle a bailar en medio de un ciclón no lo hemos perdido todavía... por desgracia. Así, las 5 libras de arroz al mes y la sal que se atrincheraron a las órdenes del poder mafioso en la libreta, eran el último reducto del castrismo junto a su lema: "socialismo o muerte", además ahí estaba Venezuela sustituyendo a la vaca soviética que era aún mejor porque daba más leche y a menor coste.

Pero llegó el inquilino de la Withe House a joderlo todo. Encarceló, congeló y lanzó una caza contra los bolivarianos impulsando en la región una diplomacia anti- Alba que ha dejado al grupo de Río como el gallo de Morón, sin plumas y teniéndose que mudar a Puebla, Mexico... de momento. Para colmo de males los camaradas chinos la han liado parda con esto del COVID y los del PCC, -cubano que el chino es igual-, no pueden ni rechistarles mientras cerrados por obligación y no por cuidar de los cubanos, ven esfumarse la peor de sus previsiones económicas. Para colmo sus amigos socio-comunistas de España los ha lanzado al Grupo de París, y la camarada Cristina quiere cobrarles una deuda de tiempos de Menen.

Hoy en Cuba las colas para el pollo que "van a sacar" comienzan la noche antes controlada por policías y todo, con el agravante que solo puedes comprar una caja y si se te ocurre regresar vas procesado por acaparamiento. Para colmo, la libreta que se conservó inmaculada hasta ahora, va a tener que reflejar compras en CUC, un dinero que hoy vive como una especie de clase media socialista entre el miserable peso, y el opulente dólar aunque este último no logre imponer su cultura consumista porque aunque ha sido llamado a salvar las cuentas de la dictadura, aquellos son incapaces de satisfacer su ansiedad devoradora. 

Y ahora van a venir estos exiliados a repartir? Ni loco camaradas, -vocifera el dice-presidente-. No se puede tener dos Césares y como dijo El Señor, a Dios lo que es de Dios y al César... Pero Señor, qué César? Ah amigos, esta es la pregunta maldita que buscan evitar se haga un pueblo al que han amaestrado y convertido en dependientes gracias a un adiestramiento básico: dame la patita, toma la galleta. Lo que pasa es que ahora sin galletas, no quieren que el perro se vuelva desobediente o mordedor.

Yo no se qué va a pasar con la ayuda, para mí la mejor ayuda que se les han dado ha sido el despertar de muchos cubanos que comienzan a asumir que la solución a sus miserias no vendrá del desgobierno comunista. Y aunque tampoco la solución a esas miserias y vida de pesadillas vendrá por un cambio de benefactor sino por el esfuerzo honesto y sostenido de ellos mismos, hoy ese pueblo que por décadas acudió a la bodega cada inicios de mes para renovar su mortaja, ahora puede comenzar a pensar que la dependencia no es buena y que visto lo visto, lo que tiene que hacer si quiere ser verdaderamente feliz es cortarle la cabeza al César.

Oye César, los que vamos a matarte te saludamos!


 


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