Malos negocios, buenos negocios.

De mi choque con el mundo libre recuerdo muchas cosas, fue en términos de vida como volver a nacer, y no solo por burlar El Estrecho que creí que iba a ser lo más difícil...inicialmente. Me abrumó el dinamismo de la sociedad norteamericana y me conquistó el sentirme reconocido y apoyado como persona en mis proyectos, por el simple hecho de ser uno más. Debido a urgencias de esas que solo un exiliado conoce, hube de emplearme a fondo para intentar buscar un camino y que llegaría de la mano de uno de los oficios más nobles y hasta entonces desconocido para mí: constructor.

Hubo que decidir pronto, mucho había quedado atrás. Muchos amigos, mejores consejos escuché para provecho propio, algunos más que otros me ayudaron en aquellos tiempos de gatear por las calles del Condado Dade; uno de aquellos consejos vino de mi hermano que con una sabiduría natural exenta de tintes académicos me dijo algo que me serviría no solo en aquellos momentos, sino después en mi periplo por medio mundo: "lo que vayas a hacer, decídelo rápido, y nunca cambies el numero de teléfono".

Puedo asegurar que años después he llegado a comprender lo que significan términos como nicho de mercado, fidelización de clientes, y cosas por el estilo que las tienes que aprender a golpes y cuesta, pero al final hemos sobrevivido y ahí están los datos del exilio cubano, su pujanza y capacidad de emprendimiento.

A diferencia de lo anterior, los cubanos de dentro, los que han tenido que soportar al sistema político-económico que ha estado desgobernando Cuba desde hace 58 años, no les han permitido emprender; les han anulado su capacidad creativa, cosa que desde el minuto uno y con la politización de los cargos administrativos se intuía una opción desastrosa. Pero no es que hayan sido nefastos, han sido letales arruinando no solo en términos económicos sino morales a la sociedad cubana. Pero centrémonos en lo primero, por cuestiones de formato.

Resulta que uno de los pichones de hiena, Mariela Castro, ha sugerido en una entrevista con relación a la prostitución en Cuba que, en la lucha que estos "moralistas" desean establecer para combatir el gran burdel en que han convertido al país, pretenden penalizar al cliente.

Han pasado muchos años, a los extranjeros podrán engañarlos quizá, pero no a los cubanos. Ya hemos tenido suficiente; planes porcinos; cordones de La Habana; zafra de los diez millones; Ubres blancas y vacas enanas; petroleo emulsionado; harina de boniato; y un largo etc de ocurrencias cada una superando en asombro y estupidez a su antecesora que otra más ahora pasaría desapercibida y no sería motivo para dedicarle unas lineas si no fuese por el fondo del asunto.

El desastre de gestión comunista unida a la degradación moral que han promovido, llevaría a finales de los 80 -con la llegada del capitalismo de estado -, a miles de mujeres, a nuestras hermanas e hijas a prostituirse, porque estos desgraciados gestores, con alevosía y premeditación han vendido  Cuba a cuanto miserable traficante de carne humana se les ha cruzado en su camino; un país de putas baratas, de mulatas que sonríen y bailan con desenfado mientras se dejan sobar por unas monedas, putas educadas como muchos dicen, porque eso si que hay que reconocerlo, han ofrecido a los buitres lo mejor de Cuba: sus mujeres.

Y ahora lo bueno, después de más de veinte años promocionando a las putas e importando carroñeros, ahora que Cuba nada más tienes que mencionarla como destino en el extranjero y te responden: "ah si, mujeres"; ahora que han pervertido y arruinado la vida a miles de mujeres y familias; ahora que medio mundo sabe que se puede desfogar barato; ahora, viene esta iluminada a decir que va a multar al cliente?. No se me ocurre nada mejor que resumir tanta falta de sentido común y desastre de gestión, causa directa de lo que fuera Perla y hoy es Letrina del castrismo que con una frase antológica: Los diez millones van, y de que van, van.

Cuba no puede seguir bajo el desgobierno de quienes solo han lucrado y arruinado, no podemos conformarnos con denunciar y descubrir a quienes representan lo peor de nuestra historia. No basta, es un imperativo que todos los que deseamos un futuro de libertades, derechos y prosperidad nos encontremos, sin temores, sin desconfianzas, con el ánimo fuerte y el corazón dispuesto a aunar en la tarea.

Hagamos el mejor de los negocios, y decidámoslo rápido: liberemos a Cuba.


Comentarios

Entradas populares