El mundo al revés.
El 15 de Marzo de 1878 Antonio Maceo protagonizaría la “Protesta
de Baraguá”, sería en términos políticos la enmienda al Pacto del Zanjón, la
primera de nuestras derrotas por ganar la libertad, y que desde entonces, cíclicamente
repetidas en el tiempo, ha tenido como génesis la desunión natural de los
cubanos, que cual fantasma, nos ha acompañado desde siempre.
Este año, a la sombra de los mangos, se clausuró el proceso
político que conducirá a los CDR hacia su 9no Congreso en septiembre del 2018,
según acotan los anestesistas de Granma en lo que sabemos es su verborrea
habitual, el esclavo de turno refiriéndose al contexto declaró: “«Estamos
iniciando desde un lugar sagrado de la patria… de fortalecimiento y renovación
de las estructuras de base de los comités de defensa… herencia antimperialista,
de lealtad a Fidel, a Raúl y a la Revolución…”. Asqueroso verdad? .
Si tenemos en cuenta que Maceo, en mangos de Baraguá quiso
no solo expresar su disconformidad con el hecho de que su Gobierno hubiese
pactado con el enemigo, sino que, en un acto de desobediencia a lo que
supuestamente estaba obligado acatar, vino a traer un poco de dignidad al final
de una etapa de heroísmos y sacrificios, de visiones y divisiones; entonces
convendremos que Baraguá fue por definición, un acto de desobediencia a unos y
a otros, el disentir de alguien que no se conformó ni con lo ofrecido por
amigos ni por enemigos. Fue esencialmente, un acto de conciencia.
Hoy, los cubanos anestesiados han de mirar a Baraguá para
comprender que rebelarse contra lo establecido puede salvarlos o no, pero
seguramente va a dignificarlos. Pero para ello, ha de llegarse a un grado de
conciencia social que hoy, entre la hipnosis, el miedo y la desinformación oficialista,
solo será posible si se contrarresta con la acción de aquellos que dentro y
fuera, intentamos llevarle al despertar como hombres libres.
Pero; cómo lograrlo cuando hoy dentro y fuera de Cuba,
quienes deben llevar melodías de libertad, solo producen algarabías disonantes?
Es imperativo que volvamos los ojos, nos encontremos con nuestras esencias,
enfrentemos nuestros fantasmas, y exorcicemos los malos espíritus que nos
dividen, que nos ciegan, que nos anulan la capacidad de ser útiles.
Todo está descolocado en Cuba, y habrá que recolocarlo con
el concurso de los buenos, los que gritan, los que hablan, los que piensan.
Porque hoy, la opción de “Pactos o Protestas” son innecesarios; porque no podemos perder más tiempo en intentar
inventar lo que está inventado; porque tenemos historia suficiente como para
haber aprendido que la libertad se conquista con el concurso de todos… a una.
Debemos poner en orden nuestras ideas, buscar a quienes
caminan a nuestro lado, y sin miedos tomarnos de las manos porque es el único camino
para arribar a una Cuba de libertades.
Pongamos a Cuba… “al derecho”.
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