Mentiroso!
Gracias a uno de esos vídeos que un amigo desde Cuba me hace llegar reflexionando sobre su realidad y que aún lejos, mía también pues la sufro igualmente, me ha retrotraído a un tiempo pasado de juegos de vecinos en cualquier portal de mi barrio zambraneño donde para matar el tedio sin smartphones, videojuegos ni aparatos de ninguna índole, unas veces el dominó u otras un bingo heredado de mis abuelo nos reunía para apostando monedas de cinco centavos cuando se podía, enfrascarnos en duelos épicos como si de millones se tratase. Y luego mi juego favorito motivo de este introito: la mentirosa.
Es un juego simple que todos conocemos pero por si algún despistado no lo sabe, consiste en repartir entre los jugadores cierto número de cartas e ir intentando soltarlas hasta quedarte sin ninguna. El truco está en decir que pones por ejemplo corazones, cuando realmente estás reservándolos para la estocada final... pero si alguien te grita "mentiroso" y es así, te quedas con todo el bulto de la mesa. Yo era realmente bueno excepto si participaba mi madre porque tengo la habilidad para poner cara de despistado, precisamente animado por ella que siempre me dijo "hijo, una cara de comemierda bien administrada vale su peso en oro", y como desde siempre he escuchado sus consejos realmente me ha ido bien en la vida. Pero claro no me gusta la mentira, y mi madre conociendo que cuando intento decir una empino el labio, cada vez que ponía una carta allá iba esta a mirarme sin importarle mi protesta porque aquello no era justo.
Somos hijos de Dios y hemos sido bendecidos con algo llamado "libre arbitrio" con el que cada día vamos decidiendo desde pequeñas hasta grandes cosas basados, -desde un punto de vista conceptual-, en la capacidad de obrar bien o mal. Algunas veces escucho a personas maldecir su realidad y pienso en cuanto de responsabilidad puede tenerse en la mayor o menor cuota de felicidad personal o social y no me caben dudas: casi toda.
Los cubanos en nuestra desesperación por darle marcha atrás a nuestra equivocación lo hemos intentado todo o mejor, casi todo. Invasiones, alzamientos, emigraciones en masa, resistencias de todo tipo... Hemos conservado la dignidad resguardándola lejos unas veces, otras ocultándola de la vista de los guardias en una celda oscura e incluso llevándola con nosotros al fondo de un negro estrecho porque en nuestra desesperación no hemos visto más opciones entre escapar o seguir siendo esclavos. No ha sido posible desprendernos del parásito que nos desgobierna básicamente porque nuestros convecinos llamados a secundarnos y a liberarse a su vez, han preferido seguir la mascarada desde un miedo inducido que les domina gracias a un adiestramiento recibido desde todos los espacios sociales, que les ha despojado de su humanidad por la renuncia al libre arbitrio, que es como renunciar a Dios.
La doble cara, careta o como quieran llamarle, es la actitud de casi todos los cubanos dentro. No entienden que la vileza empaña al alma y desvirtúa al hombre de su camino a la felicidad que es para lo que hemos sido creados.
Muchos dicen que en Cuba existe uno de los gobiernos más corruptos del planeta. No es verdad, al menos no es toda la verdad porque en Cuba lo que realmente existe es una de las sociedades más corruptas de la historia. Son ya seis décadas de contubernio, de acuerdo tácito entre una dictadura absolutista y controladora que le ha permitido a generaciones de cubanos jugar al gato y el ratón con el poder totalitario. Este estado ha sido tolerado porque las hienas castristas saben que el pobre roedor no tiene escapatoria, les deja robar, maldecir, aplaudir y hasta rezar, en una especie de menestra de actitudes que se contradicen armoniosamente porque los cubanos hemos preferido mentir y vivir una vida falsa, a buscar en la verdad por dolorosa que sea el camino de nuestra redención como pueblo de Dios.
Tal y como le comenté a mi amigo, a la dictadura mantener un estado de corrupción le ha permitido entre otras cosas, anular en el cubano la capacidad de reclamar, pues un corrupto aunque sea por necesidad como es el caso, es un ser moralmente incapaz de pensar y aspirar a cuestiones elevadas como la verdad o el bien común. Así entre la corrupción y la vida de supervivencia que han diseñado desde el poder para ellos , están dos de las causas fundamentales de la pervivencia de la dictadura comunista.
El remedio? Que los cubanos comprendan que solo seguirán rehenes de quienes los desgobiernan, mientras mantengan esa relación fraudulenta que han asumido entregando su arbitrio para que sea administrado, por quienes les han desnaturalizado en su condición de hijos de Dios. Hacerles comprender que por mucha culpa que tengamos sobre nuestras conciencias, y toda la suciedad posible en nuestras manos después de décadas de entreguismo ciudadano frente al poder, hasta un ladrón si se arrepiente y clama, tendrá su oportunidad de salvación. Recuerden las palabras al buen ladrón: "te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso".
Porque entendámoslo, tenemos derecho a la felicidad y a la dignidad como pueblo, solo debemos renunciar a la mentira... Es eso o más castrocomunismo.
Solabaya mentiroso!
Hay que acabar con la mentira y no tener a morir por la Libertad
ResponderEliminarHay que acabar con las mentiras y a no tener miedo a morir por la Libertad.
ResponderEliminarSin dudarlo, mejor muerto que esclavo.
ResponderEliminarCuánta verdad en tu artículo, mi amigo Pimentel, te pido permiso para utilizar este tramo en uno de mis escritos. Muy interesante, demasiado interesante lo que planteas. "Muchos dicen que en Cuba existe uno de los gobiernos más corruptos del planeta. No es verdad, al menos no es toda la verdad porque en Cuba lo que realmente existe es una de las sociedades más corruptas de la historia. Son ya seis décadas de contubernio, de acuerdo tácito entre una dictadura absolutista y controladora que le ha permitido a generaciones de cubanos jugar al gato y el ratón con el poder totalitario. Este estado ha sido tolerado porque las hienas castristas saben que el pobre roedor no tiene escapatoria, les deja robar, maldecir, aplaudir y hasta rezar, en una especie de menestra de actitudes que se contradicen armoniosamente porque los cubanos hemos preferido mentir y vivir una vida falsa, a buscar en la verdad por dolorosa que sea el camino de nuestra redención como pueblo de Dios".
ResponderEliminarHermano Ivo, toma para la causa de todos los cubanos lo que estimes conveniente ya que no aplica el "copyrigth" en ello. Utilízalo si crees que puede ser útil, dudo que halla algo de utilidad en los delirios de un enamorado. Para mí sería un privilegio tanta estima en lo que no son más que desahogos de un exiliado. Un abrazo.
ResponderEliminar