Eternos hijoputas.


Antes de seguir permítame amigo lector disculparme por tan incisivo titulo; si no está usted acostumbrado a leerme, son pocas las veces que me salgo pero es que los anestesistas de Cuba, -léase periodistas-, del Granma me han llamado “Eterno Incomodado”. Le explico.
Han sacado un titular que no tendría mayor trascendencia -porque dice lo mismo de siempre y si no juzgue usted-; escribió el especialista en narcosis: “Les incomoda ver en televisión y en la prensa a cubanos de todas las edades dando razones de por qué el 24 de febrero votarán por el sí en el referendo de la nueva Constitución”. 
El contenido fecaloide no es el problema mucho más cuando todo el mundo libre sabe que aquello es una vuelta de tuerca más del ajuste a una tiranía que se tambalea ahora mismo entre una administración norteamericana pro-cambio, y una Venezuela que se les va y con ello el último de los caladeros para chupar sangre ajena. El problema real de mi incomodidad ha sido que acompaña a la dosis de oxido nitroso, hay una foto de unos niños de siete a nueve años sonriendo como si nada… en pañoleta roja.
La instrumentalización y la violación que el castrismo ha hecho de los niños cubanos en un modelaje abyecto de sus conciencias desde que se entra en la etapa infantil, donde a través de imágenes, juegos o canciones van condicionando la aceptación del pensamiento único, es lo más asqueroso y horrendo en términos de humanidad de un sistema que ha conseguido lo que he dado en llamar la “castrificación del cubano”, una especie de momificación en la que padres incapaces de hacer nada por preocupaciones mucho más acuciantes como son poner cada día un plato en la mesa, y por venir a estas alturas hechos en el mismo molde, es una de las razones por la que muchas veces en el mundo libre no se entiende la apatía del cubano de a pie por cambiar, por liberarse. Y es que el cubano hace mucho tiempo, perdió su memoria democrática como pueblo y su sentido de la libertad.
Pero esto lo cambiaremos. Es de justicia y decencia el planteárselo por cada cubano que aun quede por ahí con independencia del lugar donde le haya tocado echar sus restos, en pro de despertar en una labor que aunque silenciosa y muchas veces ingrata, es fundamental si se quiere construir patria nueva.
Alumbrar en las mentes y en los corazones de los cubanos cautivos hoy, la idea de libertad y derechos, será la garantía de que nos desprendamos de las sanguijuelas que desde hace decenios nos chupan lo mejor de nosotros impidiéndonos ser dignos hijos de una tierra que fue concebida, para la alegría genuina y la libertad individual de sus habitantes. 
Hagámoslo, apuremos a Cuba a parir la ultima de las Repúblicas, la definitiva y en la que en ninguno de los supuestos que nos demos en esa Constitución que haremos por todos y donde todos estemos incluidos, no permita nuca más…. Un niño con pañoleta.
Y guambán.

Comentarios

  1. El término castrificación tiene mucho futuro si queremos demostrar más que explicar la manera en que el totalitarismo ha medido paso a paso la forma en que nos ha castrificado, y esto es tarea de los descastrificados.

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  2. Así mismo amigo, pudierámos definir un nuevo oficio: Descastrificadores.

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