De esperanzas y otras cosas.

Hoy pudo ser un día normal. Amaneció como siempre y como no podía ser de otra manera, después de todo un día de trajines, anocheció. El dice presidente Canel sigue intentando promocionar su despropósito mientras en una celda oscura Cardet se pudre; a todo esto, son muchísimos los exiliados cubanos que continúan ignorantes de su condición, preparando viajes turísticos a Cuba mientras allá el cubano de a pie sigue, sin poder hacer más que correr detrás de una vida de supervivencia que le impide ver la verdadera carrera que le sigue esperando y que, será la única que lo sacará del apuro en el que está metido desde hace seis décadas: la carrera por su libertad.

Pero no. Hoy no ha sido un día normal. Ha pasado algo que ha hecho salirle a este día gris y frio de Madrid, una brisa del sur que nos ha hecho sentir que a veces puedas sorprenderte para bien; y da esperanzas saberse afortunado por tener la oportunidad de disfrutarlo.Porque hoy, el día que comenzó con cinco desconocidos empeñados en una quimera, ha terminado con cinco juramentados en emprender el camino cierto de redención; para haciendo, -que es la mejor manera de ir diciendo-, lograr que su madre patria conserve la esperanza de libertad... y la consiga. 

Una declaración, en la que se han empeñado echar con los pobres de su tierra sus suertes; un himno entonado al son de un clarín que los llama a vivir sin afrenta ni oprobios, y una estrella solitaria que le anima a confiar en su luz liberadora, fueron suficientes para que se dejasen cautivar por la causa de sus hermanos, y poniendo por delante el interés de aquellos, han sabido acordar desde la diferencia; porque no hay bien mayor, que anteponer el dolor de aquellos que nada tienen, -máxime cuando lo que no se tiene es libertad-, a cuestiones espurias, egos o relevancia personal. 

Y así es como han parido un trozo de esperanza. Porque no se puede escuchar el vil látigo de aquellos que están instalados en la indecencia de vivir encaramados sobre espaldas cubanas, y permanecer al margen. Porque no se puede ser cubano e ignorar los dolores de Cuba. Así es como llegaron, custodiados ya por el silencio de la madrugada al consenso; y con la alegría que no falta en los hijos de esa tierra, pero con la determinación y la mesura de saberse en el buen camino, alumbraron esperanza.

No es más que el inicio, pero convendremos en que no hay posibilidad de cruzar la meta sin el paso primero, que solo necesitará de la determinación y el compromiso para contribuir en la consecución de una realidad para todos los cubanos de dentro o de fuera, y que hoy es solo un grito: 

Viva Cuba Libre. 








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