Entre ola y ola… Otaola.

He recibido en estos días alguna que otra notificación de ex miembros de la MUC, participando en acciones cívicas contra la dictadura castrocomunista de Díaz Canelo y comparsa. Puedo asegurarles que de corazón me he alegrado de verlos activos, pues más allá de pertenencias, considero que el primer deber de todo exiliado es recordar su patria y los dolores que padece e intentar denunciarlos. Igualmente me acusa una desazón que a su vez les he trasmitido, por constatar que el cubano aún no aprende la importancia de la confluencia como factor determinante en el enfrentamiento al castrismo. Por eso llevamos ya seis décadas de desgobierno comunista, por nuestra tendencia a la individualidad e incapacidad para ver con luz larga algo que afecta directa y proporcionalmente de manera negativa en nuestros deseos de liberación, y positivamente en la entronización hasta hoy, de los mamarrachos que desgobiernan a Cuba.

Y así vamos, de iniciativa en iniciativa o de ocurrencia en ocurrencia, dando pulsos que certifican como si de un monitor cardíaco se tratase, que si bien el latido intermitente nos indica que estamos vivos, a su vez muestra la realidad en términos de gravedad del estado del paciente en cuestión.

Y como aquella canción de Los Latinos que decía: sigue la rima sirena, sigue la rima, si es mermelada, ensalada y enramada que tiene que ver en esto… el aguacate. Porque es lo que me ha venido a la cabeza en forma de reflexión, cuando he visto que ha llegado al baile... Otaola.

Este personaje que interpreta para mi satisfacción un paisano mío, ha venido con acierto a sumarse a la lucha contra el castrismo. Hasta que llegó promoviendo una concentración en el Dade County, y a pesar de que incluso tuvo la deferencia de entrevistarme por lo de nuestra denuncia en España a las empresas españolas por el esclavismo en Cuba, confieso que no le había tomado muy en serio. Es parte de lo que llaman “farándula”, algo que normalmente no consumo, solo que cuando lo ví promoviendo desde su espacio digital una concentración pensé “este tiene buena pinta”. Lo que en principio era una intuición lo ha certificado con su petición y promoción de que en Enero del 2020, los cubanos no envíen remesas a Cuba. Para mí si sigue así, mezclando en lo que es su manera de ganar el pan, entretenimiento y civismo, estaremos asistiendo a una nueva manera de hacer farándula que bien pudiera conceptualizarse como: Farándula cívica, algo que comenzaría a consumir inmediatamente.

El castrismo y sus “ciber clarias”han salido en tromba. Hasta alguna organización de esas que son más que solución, problema añadido para Cuba, -algunos les llaman filo-segurosos-, han venido a protestarle por tan alocada propuesta. Le han sacado lo que ellos denominan “trapos sucios”, como si en esta vida desde que el mundo es mundo, alguien pudiera realmente tirar la primera piedra sin mal de conciencia. Lo que pasa al fin y al cabo, es que el farandulero ha dado en el clavo.

Siempre que alguien sea quien sea critíque una medida u acción que vaya directo contra la línea de flotación del barco castrista, -hablo de acciones contra las maneras de obtención/recaudación de dineros-, me viene a la mente una escena de mi película favorita donde Don Vito le dice a Michael: recuerda, aquel que venga a proponerte la reunión… es el traidor.

Personalmente soy de los que defiendo que el embargo financiero norteamericano y un envío limitado de las remesas permanente, junto al sacrificio en un matadero de todas las mulas que van vergonzantemente en arria a Cuba, serían las mejores aportaciones a la causa de la libertad desde territorio norteño, el problema es que yo no tengo una plataforma digital donde amplificar mis pensamientos.

Caramba, pensando estoy en que si lo de Enero funciona, solo voy a necesitar otros once Otaolas. 
Ah, y se me olvidaba que este es el último post del año: Feliz Navidad a todos!



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