Cuba entre débitos, créditos y saldos.


Es este un post difícil, siempre lo es cuando toca hablar de los dolores de Cuba algo a lo que estoy más o menos acostumbrado a asumir pero si encima se trata de dineros y cosas de estas, se hace complicado al menos en lo que es mi principal obstinación: acabar con el castrocomunismo.

No es un mal de este tiempo aunque si bien podemos decir que desde hace un tiempo a esta parte, lo único que importa es el dinero. Antes importaba igual solo que frente a este poderoso caballero habían otras cosas que importaban más. No hay más que recordar en el caso cubano a Francisco Vicente Aguilera o a Ignacio Agramonte (para no hacerlo extenso porque virtud hemos tenido y mucha) y comprobar mirándonos hoy como nación (incluyo a los de dentro y los de fuera) para darnos cuenta que en nuestro caso hemos ido manifiestamente contracorriente en lo que se supone deben ser la evolución de los pueblos.

Si miramos a los vikingos pasaron de ser conquistadores y cortadores de cabezas a uno de los pueblos más civilizados del mundo. Y si nos miramos en el contexto europeo pasamos en menos de un siglo de matarnos entre todos a tener la mejor área de garantías de derechos y libertades del mundo.

La Cuba de nuestros abuelos fue abortada para transmutarla en el proyecto castrista que incluyó nuestra desnaturalización en términos cívicos e históricos en función de sus apetencias maquiavélicas y esquizofrénicas de reyezuelo latinoamericano en que quiso esgrimirse, apuntalado por el entonces Comintern de absoluta influencia soviética que lo usó en sus panes imperialistas, donde los cubanos solo fuimos carne de cañón y castro, la puta de la KGB aunque eso sí, una puta cara que al final lloró mares la muerte de su chulo. Hoy después de la muerte del mojón en jefe y la sucesión efectista del dicepresidente Díaz Canel, en el libro de cuentas del desgobierno mafioso de los castro, si hacemos la operación del debe y el haber lo que nos ha quedado en saldo es: mierda.

Pero está el otro libro, el de la oposición al castrismo y que es el que realmente me interesa cuadrar pues si el otro me duele, este aunque a veces me avergüenza, es el que me interesa que “cuadre”.

En un principio pusimos esfuerzos y dineros por delante. En la historia reciente solo los cubanos llevamos a cabo una invasión para pelear contra el comunismo latinoamericano. Nos alzamos y resistimos en un tiempo en el que el sacrificio aún era aceptado como algo natural de contabilizar en el haber pues nadie nos debía nada o acaso la historia que aún aguarda ser escrita sobre el sacrificio desinteresado de tantos. Pero llegaron otros tiempos y otras mentes y el castrismo sabiendo escudriñar en nuestros propios defectos y debilidades las potenció de manera subliminal haciendo que gentes llamadas a ofrecerse sin más como sería en un inicio, considerasen que Cuba estaba supeditada a sus apetencias y deseos particulares y lo que es peor: que alguien les debía algo por su sacrificio.

Entonces el descuadre fue masivo pues todo el decoro acumulado para tiempos de vacas flacas, fue decreciendo poco a poco hasta llegar al hoy, donde en la casilla del haber no hay casi nada y en el debe, un acumulado inmenso por entes que consideraron que alguien debía pagarles por jugar a ser patriotas y otros que teniendo todas las opciones para llevar adelante la iniciativa de libertad, han dejado en manos de un tercero la solución a la que este ha llamado: fondo de ayuda a la libertad de Cuba. Y aquí el saldo? dolor y vergüenza por seis décadas de desgobierno castrista.

Cuba hoy vive atrapada en términos de desarrollo entre la mierda y el dolor vergonzante de unos y otros que dan la impresión de querer esta estaticidad.

A mí en lo particular me importa un bledo los desajustes del castrocomunismo, es más, mientras peor les vaya mejor pues eso asegura su bancarrota definitiva. Ahora el otro sí que me interesa y mucho. Y a estos hermanos si alguien me dejase hablarles al oído, intentaría explicarles que cuando un ciudadano en el marco de una tiranía emprende el camino del sacrificio haciendo oposición al régimen, merece toda la solidaridad del mundo. Pero cuando ese opositor ante lo que él considera su camino, lo ve cerrado por la incapacidad de terminar con quienes les desgobiernan y no busca caminos nuevos, sino que se enroca en sus posiciones creyéndose protagonista deja de ser un patriota para convertirse en un asalariado al servicio de él mismo y por ende, en parte del problema.

Lamento si no me he explicado bien. Búsquense un contable que les muestre el lamentable estado de cuentas en que se encuentra la causa de las libertades y derechos en Cuba y acabemos de cuadrar las cuentas de una vez, ya que eso equivaldría a terminar con el despropósito de país en el que nos han convertido.

Y guambán.

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