Milagro milagro!

Desde que el mundo es mundo o mejor dicho, desde aquella manzana famosa que nos expulsó del paraíso, los hombres hemos siempre jugado a ser dioses o al menos hemos puesto el empeño en intentarlo. Pasa que durante los últimos 70 milenios, primero con piedras y palos hasta llegar a la sofisticación de Coperfiel lo que verdaderamente hacíamos era solo eso: trucos.

Pero hace unos años la cosa se puso seria cuando en 1988 el Instituto Nacional de Salud de EEUU establece la Oficina para la investigación del genoma humano. Para cuando en 1995 se reportó la primera secuencia completa del genoma de un organismo vivo ya supimos que la habíamos liado en grande.

No han pasado más que un cuarto de siglo y hoy puede manipularse a nivel de gen y así corregir desde una enfermedad o defecto metabólico hasta cambiar el color de los ojos. Y claro, hay mucha gente contenta (sobre todo y de momento en las colinas de Holywood) porque van a poder encargar su muchacho tal y como lo querían los padres de Lidia Elena, con los ojos y los dientes rubios.

En mi caso particular me debato entre los dos mundos, es decir entre los que ven en estos avances algo bueno y entre los que ven algo peligroso. Y es que hay un trasfondo ético en esto de jugar a ser Dios. Por lo pronto si la cosa sigue por donde va olvídense del refrán que dice: al que Dios se lo dio San Pedro se lo bendiga. Eso sí, hay una cosa que les puedo asegurar, Hitler estará cagándose en la hora de que lo parieran en el siglo XX porque hoy tendría la posibilidad de conseguir lo que se propuso sin necesidad de caerle a cañonazos a nadie.

No se puede banalizar con algo tan difícil de armonizar si nos atenemos a la ética y la religiosidad que en términos conceptuales se le debe dar a la vida humana. La pretensión de un mundo de rubios altos de ojos azules ya se sabe que en el pasado condujo al Holocausto y aunque hoy las pretensiones sean corregir enfermedades, ya se sabe que la pasta manda y siempre comenzarán los ricos agregándole “virtudes” a su cigoto y luego los políticos querrán también tener hijos perfectos y entonces, vendrá la manipulación mediática para conseguir legislaciones favorables y de ahí a la masacre de los negros africanos va un paso. Porque una vez puesta en marcha la cosa y no querrán a los defectuosos en las calles o al menos no en las calles por donde pasean los del Distrito I.

Al paso que vamos si no les ponemos coto a la intervención del hombre en las cosas de Dios, tendremos fotos familiares de un par de generaciones de altos y blancos rubios ojiazules que en una esquina tendrán así como de medio lado un negro que parecerá como que es el mayordomo... pero no, el negro es el abuelo vivo que les queda que como es el que tiene la pasta y vive todavía no les queda más remedio que sacarlo en las fotos.

Siempre se ha dicho que el mundo para ser mundo debe contenerlo todo, así que tengan cuidado con eso de armonizar que ya lo dijo el príncipe de la canción: hasta la belleza cansa.

Y guambán.




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