Un experimento singular y unas líneas paralelas a ningún lugar.

Un grupo de cubanos y amigos latinoamericanos sin clasificación más allá de su compromiso con la libertad de Cuba, se pusieron en marcha para realizar un “canelazo”. Se trataba de ayer, en la conmemoración del centésimo décimo séptimo aniversario de la Republica de Cuba (fecha eliminada del santoral castrocomunista) decirle a través de la red social Twitter “al canelo” que es un indeseable en términos de gobernante. Me pareció un buen momento para participar en algo que para mí era considerado más allá del efecto de eso que llaman “tendencias” y cosas así, una oportunidad para observar y valorar como van las cosas de Cuba.

Se que todos los que están recibieron la invitación, pues estuvimos desde el día anterior en las redes dándole a la matraca quienes decidimos involucrarnos en el asunto sin más animo que el de cooperar, aun cuando en algunos casos ni siquiera eran cubanos, -demostrando con ello una sensibilidad y compromiso con los valores positivos más allá de gentilicios dignos de admirar-, para que se enterasen todos. Y bueno, me sumé a la iniciativa que no llevaba nombres ni apellidos y le dí y le dí, hasta que el dedo me dejó darle.

Y llegó el 20 de Mayo, twittee y retuitee (perdóneme la RAE) mientras pude, la cosa se puso caliente y gente desconocida a la que un día Cuba habrá de prenderle una llama eterna por su altruismo cooperó en el asunto. No sé cómo analizan esas cosas, más allá de la desmoralización del personaje no creo que le hallamos hecho mucho daño al sistema castrocomunista que nos desgobierna, pero lo importante era la sumatoria que en esto de pelear por las libertades como dice el refrán: del lobo, aunque sea un pelo.

Pero hoy ya en frío he ido a confirmar mi experimento personal. Busqué en las cuentas de los “liduminados” (mi personal clasificación para quienes se autoproclaman líderes de proyectos salvadores) y nada ví en cuestión de apoyo al “canelazo”. No me sorprendieron, era previsible pues uno de los males endémicos de Cuba es precisamente la tendencia de sus hijos a caminar en líneas paralelas y ya se sabe que estas líneas nunca se tocan. Más que doloroso es triste, y si acaso me apuran, vergonzoso si tenemos en cuenta la buena fe que sobre nosotros ponen la buena gente allende los mares, y la apuesta y dedicación de una parte de su tiempo a nuestra causa, de la que pudieran pasar olímpicamente pues LATAM tiene tantos dolores que sería comprensible su silencio con relación al mal cubano.

Pero no miro yo las cosas de Cuba, más que con el optimismo del disociado que ve en los tropiezos oportunidades. Y si amigo lector, el canelazo ha sido más que un tropiezo por la falta de sensibilidad de los liduminados cubanos, una oportunidad para entender que los pueblos no tienen más que despertar y ponerse en marcha, sin tener en cuenta la dirección pues esta será encauzada y convenientemente conducida en el momento y según las circunstancias que sean dadas, con independencia de quienes eviten la confluencia o liduminados gritando vaya usted a saber qué.

Un inciso. Ya que ha terminado la operación os diré solo porque es de justicia que se diga y con una intención pedagógica en esto de construir conciencia colectiva: fue la MUC quien organizó este canelazo. Lo hicimos a nuestro estilo, sin nombres ni focos, con el corazón apostándolo todo a Cuba y desde el convencimiento de que la causa de Cuba es trasversal y cívica, donde cubanos de dentro y de fuera deberán confluir en el único de los supuestos posibles, si se quiere una Cuba libre.

Ahí os los dejo.



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