De un cubano singular y una sinergia provechosa.

He tenido gracias a estas cosas de Cuba, la oportunidad de conocer en este camino a la libertad a un cubano de esos “de fuera”. El encuentro pactado con antelación me hacia dudar del resultado que consideraba obligado y al que le afectaba la sombra de un nubarrón ,- desde mi lógica y por una duda más que razonable sabiendo lo que nos jugábamos-, teniendo en consideración que iba al debate con alguien que producto de sus circunstancias, había bebido el castrocomunismo cual néctar desde la cuna y portado en su día el infame carné escarlata, al que renunciaría por uno igualmente rojo aunque con diferente espectro cromático: el de la socialdemocracia europea mal llamada en España socialismo, mientras yo igualmente por mis circunstancias, había bebido de la fuente de enfrente.


Y llegó el momento, acostumbrado a la observación debido a mi naturaleza curiosa y media vida dedicada a buscar respuestas a quienes me piden ayuda diaria, nada más llegar me dispuse a escanearlo a fin de estar preparado para esquivar bolas curvas. Mi primera impresión fue la de tener frente a un hombre recio; me aventaja en unos años aunque no tantos como para una desconexión generacional. Tiene barba copiosa que en mí se ausenta solo por mandato marital y en sus manos, las marcas de los años en forma de óxido ferroso que igualmente acuso y que me advierte de lo efímero de nuestra existencia.


Comenzamos una charla tibia, como midiendo cada uno su terreno a sabiendas que solo Cuba nos hacía confluir en un territorio neutral, una tierra de nadie o mejor, de todos y donde los que buscamos cura para los dolores de la patria, deberíamos confluir sin más intención que apurar la indecencia castrocomunista que nos desgobierna.


Y pasaron las horas, y el espacio se ensanchó, y las fronteras ideológicas iban desdibujándose en la misma medida que advertíamos la necesidad de buscar caminos, fórmulas para despertar conciencias castrificadas, adormiladas o amedrentadas por décadas de indecorosa esclavitud. Hablamos sin reservas y con una camaradería propia de quien se sabe cercano y en comunión con alguien que siendo diferente, es igual a ti pues nos une una causa que nos trasciende y nos obliga a mirarnos con el corazón.


Así llegamos a completar el día sin aún atisbarse el ocaso por causa de estas latitudes aunque confieso que las horas se nos fueron pasando sin que las advirtiéramos, pues éramos cubanos hablando y abriendo caminos de libertad para Cuba. Y completamos el trabajo con la certeza de que habíamos encontrado en la comunión desde la diferencia, el camino de libertad pues si hoy hay algo inexcusable e imponderablemente imperativo, es la unidad de todos los cubanos alrededor de la causa de su patria sin temores ni reticencias a la diferencia ya que por encima de todos, está la urgencia de un tiempo vital e irrepetible para alumbrar una Cuba nueva.


Nos costó despedirnos, es lo que pasa cuando te sabes el camino a recorrer y sus escollos; que valoras la utilidad de una buena compañía con independencia de los matices.


De ahí que permítanme resumirles en cuatro palabras este post dedicado no a un cubano, sino a todos los cubanos que buscan fórmulas salvadoras para Cuba:


Qué viva la diferencia!

Comentarios

  1. Cuando la causa es común y toca el corazón...no importan las diferencias...

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  2. La diversidad no debe ser vista como una limitación sino como una oportunidad. De ahí que los cubanos de fuera dejen sus trincheras ideológicas en la que siguen muchos a pesar de vivir en democracia es indispensable si queremos fundar patria nueva.

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