Contabilidad endiablada.

Hay días en los que mejor sería no levantarse de la cama para evitar resfriados de una primavera empeñada en sobresaltarnos con sus cambios de humor o enmudecer al locutor de las noticias que se conjura para hacerme creer que estoy gobernado por buenos administradores, que solo saben subir impuestos y hacer el ridículo.

Y luego los números. Me rondan como pajarillos de un “teletoons” queriendo rematarme con sus cifras, a las que intento como otros muchos de mis convecinos europeos o norteamericanos y de otros muchos lugares del mundo líder evitar, voltear la vista. Imposible, debo tener en alguna de mis reencarnaciones anteriores algún estoico empeñado en hacerme tragar el mejunje de mi realidad como otrora mi madre me hacía tomar el “aceite de bacalao” sin siquiera poder rechistar. 

Y todo esto porque hoy me han despertado las cifras del COVID19 que aunque quiera aislarme un poco de ellas, para evitar la obsesión que nos tiene desquiciados al punto de hacernos comprar test falsos a chinos de segunda categoría no puedo. Messenger, WhatsApp, Facebook, Twitter, Instagram y así doquiera que mires esta ahí, con sus falsas coronas porque los comunistas de Mao desterraron a la realeza hace mucho ya, para mantenerme tenso como las cuerdas de un violín. Basta! Decido dejar de seguirlo y seguirlos, está bien de tanta mariconería conceptual con lo que no es más que un catarro y sus a día de hoy, poco menos de 20 mil muertes de rubios de ojos azules que los chinos son muchos, y a Xi Jinpin no le quita el sueño unos pocos paisanos de menos.

Lo que pasa aquí es simple, en la balanza de los muertos el asunto no es la cantidad sino la calidad del finado en cuestión, que no es lo mismo que los muertos sean noruegos a que los anoten en la estadística de Burundi. Y si no me cree y vive usted en uno de nuestros abanderados países del G20, vaya y mire a ver si están hablándole de alguna de estas cosas:

Población mundial 7.7 mil millones.

Mas de 2 mil millones no tiene acceso a medicamentos. Así las cosas, del total de muertes por enfermedades infecciosas por año que son poco más de 3 millones, la Malaria se lleva al otro barrio a 232 mil casualmente casi todos negros como el carbón, que aunque no lo creas son tan humanos como usted.

Con los niños ya es un poco más difícil de asimilarlo, sobre todo porque desde aquí estoy escuchando a los míos hacer deberes en su habitación. Con menos de 5 años se mueren casi 1.8 millones cada año, de esa “estadística” por ejemplo, unos 7000 mueren cada día sin cumplir el mes de nacido.

Mientras rogamos a la Santa Madre de Dios porque aunque sean los propios chinos, se encuentre la vacuna del COVID19, la del sarampión que ya está inventada no puede impedir que en este mundo nuestro esa perfectamente prevenible enfermedad mate a 140·000 al año, algo así como 300 muertos por sarampión cada día de los que en su gran mayoría va a al capítulo niños. El Dengue ni se menciona porque aunque lo han padecido más de 3 millones en las Américas, solo ha contabilizado unos 1400 muertos y eso no “vende” en la televisión.

He parado un momento para evitar que mis hijos adolescentes desvalijen una alacena que he rellenado más allá de lo debido impulsado por la histeria acaparadora del estado de alarma en que nos encontramos. Y hablando de comida aquí les dejo otras estadísticas, y es que mientras en la televisión nacional y cadenas complementarias tengo a los gemelos cocineros o a un vasco como Arguiñano dándonos recetas sabrosas y saludables para mejorar nuestro estilo de vida, porque en este mundo avanzado ponemos unas 500 mil muertes al año por sobrepeso de estar engullendo grasas trans a tutiplén aunque tengamos chocolate sin azúcar para el té de las cinco o el café sin horario, soportado por algunas manitas de las más de 300 millones que con menos de 14 años nos garantizan un café y un cacao de calidad, miéntras en el barrio de enfrente se mueren por desnutrición aguda más de 100 millones lo que supone por ejemplo, la indecente medida de 1 niño muerto cada 5 segundos por pura y simple hambre. Eso sí, no nos crea usted desalmados si por un casual es usted un lector de la otra orilla que hemos inventado el UNICEF y la Ayuda Oficial al Desarrollo.

Nuestro COVID chino ya va por 24 mil muertos y aún seguirá un poco más su ascendente danza mortal, que será mucho menor que el total de los europeos muertos en cualquiera de las dos guerras mundiales o los muertos en la guerra de secesión americana y aún así, todavía me esperan muchos días de noticias, mensajes, memes y paisanos a los que tendré que escuchar ataviado con una mascarilla y gafas protectoras decirme: doctor, me duele la garganta.

No soy indolente o irreverente ante el COVID19, sé perfectamente su valor como pandemia, lo que pasa es que aún así no dejo de comprender que esta ola de histeria colectiva y muertes por Coronavirus, comparte para mí otros titulares aún más impactantes. Lo peor para mí es saberme parte de ese mundo que trocea a conveniencia la realidad para acomodarla a su estilo de vida y salvaguardar su “economía desarrollada”, mientras comercia con una moneda que reza en su reverso “en Dios confiamos” y su civilización se declara de raíces judeocristianas. 

Y un mandamiento os dejo sobre todos los mandamientos: “amad a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”.

Nada más que agregar.



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