Twincent, año nuevo.

Este es el primero del año y cuando miro a mis musarañas pidiéndoles inspiración, me han dado en la cabeza con un póster de Julio Iglesias. Por un momento creí que mis levantiscas amigas habían confundido a Julio con Pablo y aunque dudoso me dispuse a pedir confirmasen mi tema, -pues me pareció raro que ellas sabiendo que mientras Cuba esté cautiva mis esfuerzos van en aquella dirección y por otra parte, es inútil en un país primer mundista y Europeo buscarle explicaciones a los adoradores de Satán, léase comunismo-, les ví cara de mala leche y no quise importunarlas tan temprano. De ahí que volviendo sobre mis pasos me dejé llevar confiando en encontrar el nexo y bum, me encontré conmigo mismo, pero con 12 años entrando al cine Casablanca de mi Camagüey añorado para ver “La vida sigue igual”.

No recuerdo cuantas veces ví la película pero fueron más de tres. Con los años entendí mejor la metáfora escondida detrás de las letras y llegó a ser de mis preferidas, tanto que hoy en ocasiones cuando los niveles de alcohol me superan, grazno más que canto con mi karaoke sin que Julio se entere en su mansión de Star Island.

Pero recuperemos el hilo que es básico si no quieres perderte, bien lo supo Ariadna. Caramba por cierto: que falta nos ha hecho un ovillo de esos a los cubanos… . Eureka.

El 2020 o “twincent” que bien pudiéramos así venderlo en términos comerciales, se les ha aparecido a los cubanos de dentro entre jutías asadas, avestruces acojonados por planes quinquenales de puestas que les hacen encoger el culo y miseria, mucha miseria con hambre añadida. Interminables filas en paradas de autobuses que nunca pasarán, y encima frustrados por no acabar de entender porqué en un país rodeado de peces con una tierra fértil como no hay otra, ya no se cumple aquel refrán cubano: la calabaza, pa los puercos. Y es que no hay ni puercos… ni calabazas o al menos, no fuera del noticiero nacional de televisión.

A los millones de exiliados el año nos ha pillado esperanzados por esa tendencia natural de supervivencia y nada más. Ah no esperen, motivos hay, solo que no son suficientes porque si bien Trump pasará el “impeachment” y si Dios y los americanos quieren será reelegido por cuatro años más, mientras al grupo del ALBA le va quedando dentro la morralla latinoamericana y poco más, sin olvidar que cada vez son más los exiliados que se rencuentran con su patria olvidada y abrazan el deseo de verla libre, seguimos desnortados en nuestra responsabilidad como organizadores, divididos por egolatrías o fondos libertarios, y creyendo que solidaridad es lo mismo que obligatoriedad.

Pero, y esto es todo lo que van a darme, ratas inmundas? (lo digo mirando directamente a mis mentoras del cielo) No se puede comenzar el año nuevo de esta manera, no? Venga alegría, alegría.

Desechando a mis musas retorcidas y buscando una fuente alternativa me adentro en mi corazón de cubano. Repaso nuestra historia desde Carlos Manuel, pasando por Martí. Veo a mis ascendientes bailando en las calles en una huelga nacional y escucho los gritos salvíficos de “viva Cristo Rey” a la vez que las balas, de un paredón que no ha podido borrar la memoria de dignidad de un pueblo hoy sometido por la confusión, sin capacidad para darse cuenta de que su valentía y compromiso con Cuba y su libertad, ya fue sellado en el fango de Las Coloradas y en los montes del Escambray.

Encontraremos el camino, no puedo conformarme con menos. Si quitamos la hojarasca que nos trae pisando desconfiados y recuperamos nuestro lustre de cubanía hoy apocada en unos casos, pervertida en otros pero por encima de todo, conservada por pura supervivencia en nuestro interior, llegaremos a esa aurora de dignidad y decoro que soñó Martí y que si Dios quiere, conseguiremos más temprano que tarde para nunca más renunciar a ella. Eso será así el día que entendamos que dentro o fuera y galgos o podencos, todos estamos llamados a cooperar en el empeño.

Que si no: …al final, las obras quedan las gentes se van, otros que vienen la continuarán… la vida seguirá… igual.