El hombre invisible.


Recuerdo esa película. La ví en un tiempo de mi vida en que los pocos años que entonces acusaba junto a una inocencia acerca de los verdaderos horrores del mundo, logró que junto a otras de su misma cosecha como “El monstruo de la laguna negra “y “La mosca”, yo me cagase (metafóricamente hablando) en los pantalones frente a aquella pequeña pantalla gris de un aparato “made in URSS” que acompañó mi vida hasta mucho después de lo que hubiese deseado. Recuerdo aquellas huellas en la nieve y poco más, pero de alguna manera aquello se quedó grabado en mi mente como parte del terror de una infancia que hoy está demasiado lejos, como para producirme algo más que nostalgia.

Pero si me he acordado de estas cosas, es porque me he sentido un poco hombre invisible; una especie de vacío existencial me invadió anoche mientras estaba repasando en un programa de noticias las publicaciones del día siguiente (hoy)-, y donde ví en primera plana una noticia del ABC sobre Cuba. Dice el titular: “Cuba, al borde de otro éxodo masivo de población por la crisis. La huida usaría la vía legal, a través de Nicaragua, y la de la base de Guantánamo”.

Por una vez me alegré de ver a mi país en la portada, esto solo por el hecho de que acá nunca somos noticia más que para reflejar cosas de la balanza comercial. De ahí que cuando ví algo diferente me sentí un poco más gente aunque la sensación placentera se esfumó cuando leí debajo de la cabecera del titular la palabra huida. Entonces recordé lo mucho que se ha aprovechado el castrismo de nuestra desesperación alentándonos cada día a pensar en el norte, para si no nos gusta lo que hay, nos marchemos; y solo pude sentir dolor, pues son ya muchos los años de exilio y el precio ha sido proporcionalmente hablando, también demasiado alto.

Aún así me quedé con la esperanza, -mientras el periodista iba explicando la portada del periódico-, de escuchar hablar de Cuba. Es verdad que aparecíamos al final de la página, en la esquina izquierda; pero bueno, sé porque los veo con frecuencia que comentan todas las noticas de portada, máxime cuando el director del periódico en cuestión es parte de los invitados a la tertulia e interlocutor activo en ese momento por razones comerciales obvias.

Me quedé esperando el comentario, y por un momento sentí que me escurría por una especie de agujero negro. Honestamente no me lo esperé, pues aunque reconozco el valor tangible de los minutos en televisión, estos se habían tomado tiempo para comentar estupideces como las de Torra y sus lazos amarillos; fue una decepción doble, primero porque no se mencionara, segundo porque mis paisanos de mi patria adoptiva nunca han tenido la suficiente sensibilidad periodística de cara a nuestra causa de libertad y nuestra lucha contra el castrismo.

Así fue como recordé mis tiempos de espectador de huellas en la nieve, pues me invadió la sensación de que a pesar de mis esfuerzos diarios, nadie me escucha cuando digo que en Cuba radica la raíz del mal del continente y que los cubanos llevamos decenios de sufrimiento y exclusión aunque paradójicamente el respetable que nos mira desde las gradas, no nos halla permitido siquiera cortar una oreja.

No importa, reconozco que el matador no ha estado fino tampoco, y hay que merecer el favor del “respetable” que casi nunca se equivoca; aunque anoche por una mera cuestión de lógica periodística, mi estimado moderador televisivo según mi modesta opinión no estuvo fino.

Cubanos de aquí y de allá, va siendo hora de entender que la solidaridad y la admiración por nuestra causa y el reconocimiento de nuestros dolores vendrán, en la medida en que la coherencia y la decencia de nuestro actuar unido al compromiso verdadero con la causa de nuestras libertades y derechos conculcados hace decenios ,sean nuestro sello de identidad. Y si no necesitamos imperativamente esa solidaridad y sensibilidad mundial para empujar el carro de la libertad ante las intenciones de la mafia castrista de perpetuarse en su abyección, siempre es buena cualquier ayuda, pero claro hay que ganársela.

Porque créanme sin dudar, si los votos Republicanos y Demócratas están acotados entre Río Bravo y la reserva india de los Blackfeet, los únicos interesados en estas cuestiones están recluidos entre las fronteras del “Sunshine State” y a esos pocos, se les presta atención solo cada cuatro años.

Cuba para ser libre, no necesita más visibilidad que el compromiso de sus hijos. El reconocimiento a nuestra lucha vendrá porque en el mundo hay mucha buena gente.

Es la hora!




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