Marca de la casa.

A raíz de un auto-golpe de Estado en Venezuela, se ha liado. El títere castrista ha intentado vía institucional, adueñarse de lo que de momento tiene secuestrado: Venezuela. Es tan torpe que ha necesitado viajar a La Habana a recibir, una vez más, instrucciones de sus jefes, y de paso, comprar vía contrabando, un lote de minas anti-personales y material diverso a espaldas del Ministerio de Defensa, no sea que tengan que utilizarla contra los venezolanos y así, siempre nos quedará Trump... para cargarle las culpas.

El resultado de las protestas ciudadanas ha incluido muertos en esta ocasión; condenado no solo por quien suscribe, sino por toda la comunidad internacional que se considera demócrata, a la bestia venezolana parece no importarle, al fin y al cabo su proceder contra el pueblo solo es el resultado de lo que se considera marca de la casa: la sangre.

Porque aunque hoy, en este mundo pos-moderno donde todo se resume a una foto retenida durante 15 minutos, y aunque mucha gente no lo tenga en cuenta, hoy este sanguinario solo ha ejecutado lo que La Habana le ha ordenado ejecutar: reprimir.

O es que se nos ha olvidado que este perro solo está obedeciendo al amo que es responsable de ejecuciones sumarias en La Cabaña, de muertos de hambre en sus cárceles inmundas, de cuerdos trastornados por electroshocks, de hundimiento de remolcadores, de asesinatos selectivos de opositores, de empujar al mar a millones?.

Pretender pasar por alto, que el castro-comunismo es la raíz del mal, y que no se pararán hasta tener dominados, domesticados, presos o muertos a esa parte de la población venezolana que hoy dignamente se echa a la calle y que está interfiriendo con los futuros envíos de petroleo es no entender nada; y matarán si es preciso. Y si alguien lo duda ahí está el caso Trosky, los Gulags, los tanques de Budapest  o los de Tianamen, los miles de cráneos del Kmer Rojo, o los campos de concentración de Corea del Norte.

El sentido común que es el mejor de los sentidos debe hacernos entender, que no se juega con las cosas de comer. Intentar negociar o reformar a estos, solamente es legitimarlos y diluir el reclamo popular para prevalecer, para ganar tiempo en lo que los mecanismos y resortes del sistema tomen el control. Los venezolanos deben apurar mientras conserven su memoria democrática, y sacar mediante el reclamo popular apoyados en la Asamblea Nacional al títere castrista.

En Cuba, los grupos opositores que reclaman unidad alrededor de proyectos reformistas y dialogantes con el castrismo, solo están dando tiempo y dilatando la llegada de la libertad a Cuba, y de paso, traicionando las aspiraciones de un pueblo que anestesiado y amedrentado, no puede ver en ellos su referente de libertad ni su motivo para reclamar el cambio verdadero.

Nunca es triste la verdad, pero si tiene remedio.








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