En nombre del pueblo.

El pueblo soy yo!.

Una de las características del neo-comunismo castrista,  esencial en cualquier régimen totalitario,  es hablar “en nombre del pueblo”; como si los millones de cubanos desde mis abuelos hasta mis hijos fuésemos idiotas...o mudos. Pretensión que han manejado a su antojo gracias al control de los medios de información y algo más; y si no hubiera sido por los que nos hemos resistido a que pensasen por nosotros, - que hemos terminado maniatados, encarcelados o exiliados – les hubiese salido redonda la jugada. Eso si, ahí esta el resto del rebaño, que ha balado y bala sin parar, para satisfacción de estos lobos con cencerro y piel de cordero.

Ha salido de la sala principal de anestesia del castrismo (Granma)-, una declaración de “apoyo a Venezuela”, - que en el lenguaje normal quiere decir al desgobierno de Maduro –  por parte del secretariado de los CDR.  Viene a comenzar esta suerte de mamotreto la organización estalinista de variante tropical diciendo: “La voz de Chávez aún estremece al pueblo venezolano”; no puedo estar más de acuerdo, por una vez no tengáis dudas que en un país desabastecido de alimentos de primera necesidad y medicamentos, no es que se estremezcan, es que se cagan... y hasta se mueren.

Resulta insultante el cuajo que tienen estos comunistas para hablar por otros a los que les han anulado su derecho a expresarse, y sobre los que envían diariamente un bombardeo mediático que de tanto escuchar, terminan por creer que es su voz la que dice tanta porquería; cosa que es incluso entendible teniendo en cuenta que el asunto afecta a generaciones. Lo imperdonable, o casi, son aquellos que sabiendo que serían incapaces de decir tales paparruchas, no hacen nada para rebelarse, para atreverse a hablar por si mismos aunque corran el riesgo de que sus palabras por falta de práctica tengan menos sentido, sin darse cuenta que aún así, serían auténticas.

Pero realmente a nombre de quienes habla el secretariado cederista?.

Recuerdo con cariño aquellos domingos en que el aburrimiento que siempre lo acompañaba en la Cuba castrista de mi infancia, cedía a fuerza de iniciativas comunales al estilo de la recogida de materias primas, que me permitía requisar casas y saludar a los amigos del barrio que igualmente empeñados, competíamos por ver quien encontraba más tubos de “Perla” o pomos de “compota rusa”. Eran tiempos en los que, previo pase de lista, reunían a mas convecinos y a menos convencidos, aunque eso si, obedientes cederistas, que iban de jornadas de MTT a trabajos voluntarios en saludo a... . Y me llegó la hora, y cual neófito en rito iniciático llegué con 12 años a mi primera guardia cederista de 20:00 a 02:00 contento porque ya era un “hombre”, o eso creía yo; pero mi entusiasmo adolescente cedió a mi rebeldía de juventud que por suerte, coincidiría con la llegada de una relajación de las guardias, domingos voluntarios y jornadas de milicias por lo que mi ausencia no llegaría a llamar mucho la atención.

Me exilié hace ya unos años, recuerdo que nunca más desde finales de los 80 vi hacer una guardia, trabajo voluntario, o circular libros de firmas en el vecindario; algunos de los muchos que viven con “careta”, se rifaban los libros con los que era asignado el cargo de Presidente e Ideológico, cargos que se repartían resignados a sabiendas que no funcionan, solo  conformándoles el hecho de que es cosa de guardarlos un año, hasta el próximo relevo, total, los dos viejos chivatos ya han pasado al “otro barrio” y se llevaron con ellos las reuniones y las listas.

Los cubanos no necesitan que hablen por ellos, que piensen por ellos. Se impone una reflexión por parte de todas las fuerzas positivas de la sociedad cubana para ayudar en el despertar de quienes, entre guardias y marchas de milicias, le han adiestrado, les han deshumanizado.

A por la re-humanización de los cubanos.


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